La historia de Ciudad Obregón no puede contarse sin mencionar a su primera gran Catedral, un templo que marcó a generaciones y que, para muchos, nunca debió desaparecer.
Aunque la actual Catedral de estilo modernista acoge hoy a más fieles en cada celebración, la demolición de la antigua iglesia en 1978 sigue siendo, para algunos historiadores y miembros de la comunidad, un error que atentó contra la memoria histórica del municipio de Cajeme.

¿QUIÉN CONSTRUYÓ LA ANTIGUA CATEDRAL?
La antigua Catedral, concluida en 1940 gracias al impulso del obispo Juan Navarrete y al esfuerzo colectivo de la comunidad, se convirtió rápidamente en un símbolo de identidad. Sus altas torres y arquitectura solemne no solo ofrecían un espacio para la fe, sino también un referente visual y emocional para los habitantes de Ciudad Obregón.
Fue ahí donde muchos fueron bautizados, confirmados y donde vivieron ceremonias importantes. Si creciste en los años 70 o principios de los 80, es probable que aún recuerdes con nostalgia la silueta de esa majestuosa iglesia.

¿POR QUÉ SE CONSTRUYÓ UNA CATEDRAL NUEVA?
El crecimiento poblacional y la necesidad de un templo más grande llevaron a su demolición, conservando solamente una de sus torres como vestigio de lo que alguna vez fue. Esta torre, ubicada hoy en la Plaza Álvaro Obregón, aún conserva las campanas originales, aunque rara vez se hacen sonar.
A diferencia de otras catedrales de México donde las campanas siguen vivas como símbolo de tradición, esta torre se ha convertido más bien en una estructura hueca, solitaria y un tanto abandonada, que no alcanza a reflejar la riqueza histórica que representa.
La demolición del antiguo templo dio espacio para la construcción del edificio de gobierno de la Diócesis de Ciudad Obregón, desde donde despachan los obispos y se encuentran las áreas administrativas.
A pesar de la modernidad y amplitud de la nueva Catedral –inaugurada el 14 de febrero de 1982, con capacidad para más de mil 200 personas y una cubierta de acero visible desde kilómetros a la redonda–, el sentimiento de pérdida persiste.
Para muchos, aquella demolición no fue solo el fin de un edificio, sino la desaparición de un testimonio arquitectónico que contaba una parte vital de la historia de Cajeme.

MODERNIDAD VS RECUERDOS
Hoy en día, al caminar por la Plaza Álvaro Obregón y ver la torre solitaria, la memoria colectiva revive. Es un recordatorio mudo de una época, de una comunidad que construyó con fe y esfuerzo un templo que fue mucho más que ladrillos y campanas: fue el corazón espiritual e histórico de Ciudad Obregón.
Pero la nueva Catedral con su cruz elevada a lo más alto de la ciudad y un retablo enorme en la nave central también es simbolismo de la modernidad que un día llegó a Ciudad Obregón.
Además el nuevo recinto cuenta con espacios más útiles como criptas, auditorio y salones en el sótano, además de la Capilla de la Piedad, mientras que a nivel de calle está la Catedral y en la parte trasera la Parroquia del Corazón Eucarístico de Jesús, también conocida como el templo chico.
