CA tan solo una hora y media de la Ciudad de México, en el corazón del Altiplano hidalguense, se encuentra Tepeapulco, un municipio que ha decidido hacer del pulque no solo una bebida tradicional, sino una experiencia turística y cultural única.
A través de la llamada Ruta del Pulque, con costos que inician desde los 450 pesos, los visitantes pueden adentrarse en el mundo del llamado "néctar de los dioses", conocer su historia milenaria, su proceso de elaboración artesanal y saborear su riqueza en cada vaso.
HISTORIA Y TRADICIÓN DE LA RUTA DEL PULQUE EN HIDALGO
La tradición pulquera en Hidalgo es profunda y está viva. En esta región, el maguey no solo es símbolo de identidad, sino también un medio para conectar con las raíces indígenas y campesinas que dieron origen al pulque, una bebida fermentada de aguamiel que ha sido parte de los rituales, fiestas y vida cotidiana de los pueblos mesoamericanos desde tiempos prehispánicos.
Con esta ruta, se busca preservar esa herencia y fomentar el turismo rural en comunidades que, como Tepeapulco, conservan la técnica ancestral de raspar el maguey y transformar su savia en una bebida con historia.
La Ruta del Pulque no es solo un paseo; es un recorrido sensorial y educativo que permite a los turistas vivir el proceso completo: desde la extracción del aguamiel directamente del maguey, hasta su fermentación en los tradicionales tinacales y su degustación en distintas presentaciones, incluyendo los famosos curados, mezclados con frutas y otros ingredientes que resaltan su sabor.

RUTA DEL PULQUE
Uno de los puntos de partida de esta ruta es el impresionante Acueducto del Padre Tembleque, una obra monumental del siglo XVI considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco desde 2015. Este acueducto, que cruza un paisaje semiárido, no solo sorprende por su arquitectura, sino que también sirve como símbolo del ingenio y esfuerzo de las comunidades que desde hace siglos conviven con el maguey y el pulque.
Durante el recorrido, los visitantes pueden explorar antiguas haciendas pulqueras que datan de la época colonial y del siglo XIX, cuando el pulque era la bebida más consumida en el centro del país. También pueden adentrarse en los tinacales, los espacios donde el aguamiel fermenta para convertirse en pulque, y aprender sobre la figura del tlachiquero, el maestro que cuida, raspa y transforma la penca del maguey en tradición líquida.
Además de las visitas guiadas, la experiencia incluye relatos históricos, talleres sobre el maguey y degustaciones que permiten saborear el pulque en sus formas más puras y en combinaciones creativas. Todo ello con el objetivo de mantener viva una bebida que ha resistido el paso del tiempo, enfrentado modas y crisis, pero que hoy encuentra en el turismo una nueva forma de resistir y florecer.
Así, la Ruta del Pulque en Hidalgo no solo ofrece una escapada cercana a la capital del país, sino un viaje al pasado, al origen mismo de una de las bebidas más representativas de la identidad mexicana. Un recorrido que, literalmente, va de la penca al vaso, pasando por la historia, la cultura y la pasión de quienes mantienen viva esta tradición.