La mordedura de una araña violinista que sufrió don Refugio Tarazón le cambió la vida, al grado que no pudo trabajar debido a la falta de movilidad en la pierna, pero su esposa Agustina Arriaga tomó las riendas y gracias a su iniciativa pusieron su negocio de venta de elotes.
Desde hace ya unos años que don Refugio dejó de tener la misma movilidad que antes a consecuencias de la mordedura de la araña violinista, y ahora solamente puede caminar apoyado de una andadera o un bastón, pero siempre está al pendiente de sus nietas y de su esposa, a quien ayuda en la medida de sus posibilidades.
"Esto me ha cambiado la vida de una manera muy fuerte, nuestras vidas dieron un giro completo porque de ser el proveedor de la casa, ahora estoy aquí, pero no me quejo porque no importa que no camine bien, con lo que pueda le ayudó a Agustina.
"Yo creo que hubiera estado peor si me hubieran cortado la pierna, porque eso iban a hacer, pero me la salvaron y doy gracias a Dios por eso, y gracias a mi esposa por siempre apoyarme, por eso no me quedo en la casa, siempre le vengo a hacer compañía al puesto", contó.
El puesto de elotes lo comenzaron con pocos productos, ahora tienen una gran variedad para ofrecerles a sus clientes y así seguir creciendo y seguir apoyando la economía familiar.
Agustina además de ser la proveedora, siempre busca qué más hacer, ya sea limpiar casas u oficinas, ya que las cuentas, como dice ella, no se pagan solas.

"Es difícil, sí, es muy difícil estar en esta situación, pero mi viejo y yo nos apoyamos, decidimos poner este puesto porque sabíamos que con algo teníamos que empezar para sacar más dinero y que nos ayudara a solventar los gastos que tenemos porque mi viejo ya no puede caminar como antes.
"Nosotros nos instalamos desde las 5:30 de la tarde y nos quitamos como a las 9:00 de la noche y en ese tiempo pues viene la clientela y los atendemos con mucho gusto, yo creo que también por eso vienen, porque nos gusta atenderlos excelente, nos gusta tratar con la gente", contó.
Además de la responsabilidad de los gastos del hogar, Agustina y Refugio volvieron a ser padres, ya que crían a sus dos nietas, quienes están con ellos desde que nacieron, y de quienes se sienten muy orgullosos.
"Tenemos una nieta de 13 y otra de 15 años y las dos son muy responsable, buenas estudiantes y siempre están al pendiente de nosotros, de hecho, ellas me ayudan a acarrear todo lo del puesto.
"Las tenemos con nosotros prácticamente desde que nacieron, volví a ser mamá, pero ahora más vieja, pero eso, creo yo, nos ha hecho más fuerte y con ganas de seguir adelante y no dejarnos derrumbar, porque tenemos a estas dos niñas que amamos como si fueran nuestras propias hijas", manifestó.
Agustina y Refugio tienen su puesto en la colonia Nueva Esperanza, en la esquina de la calle 12 y bulevar Libertad, al sur de Hermosillo, donde con una sonrisa y una plática amena, los atenderán con cariño.