En Etchojoa esperan por lo menos a 17 mil visitantes durante los días de Semana Santa, un tiempo que ya está aquí. Incluso, el pertinente operativo de seguridad para esos paseantes se pondrá en marcha hoy domingo. En ese Municipio existe un sitio playero muy afamado turísticamente. Todo mundo lo conoce. Se trata de El Siaric. Según informes oficiales, la vigilancia respectiva se ubicará en ese lugar y en los templos ceremoniales, como siempre.
No puede negarse que un tiempo como el de hoy, en el contexto de su pertinente implicación religiosa, es también un espacio vacacional o subrayadamente playero, dicho sea, así, por lo menos para numerosos vacacionistas del ámbito sureño. Pero esta parte de la Entidad, dispone también de otros afamados centros vacacionales o rigurosamente de playa como son Las Bocas y Huatabampito. Hasta donde se sabe, uno y otro concentran el mayor número de visitantes en su ámbito, un grandísimo número de los cuales se convierten allí, a lo largo de estos días, en vecinos formales o temporales.
A tono con la tradición del caso, en los días de Semana Santa es donde uno y otro lugar suelen concentrar un impresionante número de vacacionistas. Existe una actitud generalizada muy hecha en este sentido, la que podría formar parte de una manifestación cultural o sociológica caracterizada por un apego tradicional a lo que es un contexto playero. Cabe señalar al respecto que nunca se ha formalizado una estadística oficial, más o menos real o certera, que documente la cantidad de vacacionistas que se apersonan en las playas sureñas durante los días de Semana Santa.
Por ejemplo, en Navojoa durante mucho tiempo fue común que la ciudad se quedara prácticamente sola a mitad de la Semana Santa, un tanto como si hubieran "pasado los apaches", para citar la frase común que suele estilarse para acreditar una estampa desolada, obviamente sin que los apaches hayan tenido nada que ver en tal estado de cosas. Esta expresión, dígase de paso, suele ser propia del habla común y a menudo se utiliza con una tonalidad jocosa.
Con el paso de los años, y obviamente a la par del crecimiento de la población, Navojoa no volvió a mostrar durante Semana Santa esa apabullante soledad desde la segunda mitad de su curso anual, sino que, al contrario, la vía pública recobró un notable movimiento citadino. ¿Cómo estará esta vez? No puede predecirse nada al respecto, ni tampoco es el caso hacerlo. El que prácticamente ya está aquí es un tiempo vacacional y cada quien es libre de asumirlo como resulte propio a su conveniencia existencial.
La expresión tiempo vacacional no ha de significar necesariamente estancia playera. Aunque parecería que a todo mundo le gusta el ambiente de mar, sobre todo particularmente en días como los de hoy, no se pueden soslayar otras oportunidades para aprovecharlos. En Navojoa, por ejemplo, está la opción del Río Mayo, la que, con todos los "asegunes" que podrían endosársele, no deja de ser una alternativa de asueto, asumida ésta de suyo con una gran facilidad económica y de traslado.
Aunque es evidente, y mal se haría en ignorarlo, que, hoy como ayer, al Río Mayo le sigue faltando la decisión que lo convierta en el gran punto de recreación para las familias navojoense. El problema al respecto no es de hoy ni de ayer. Viene de tiempo distante. Un río desprovisto de agua podrá ser todo lo que se quiera. Pero menos eso. De todas maneras, el lugar sigue siendo grato por su ambientación general. Prueba de ello es la fidelidad de sus visitas, donde sobresalen las de carácter familiar.
Mientras tanto, ¿qué decir de Álamos que no haya sido dicho hasta ahora como un reconocido y estelar centro turístico? Esta es una verdad que no admite réplica, como bien se sabe. En días como los que ya están en puerta, no a todo mundo le llama la atención el ambiente playero, ruidoso en su entusiasmo y vitalidad. Pero vitalmente siempre debe existir una opción por un lugar tranquilo o reposado. La apacibilidad alamense, como bien se sabe, es proverbial, incluso como forma de vida.
Un conjunto de apreciaciones como las anteriores, valen quizá como preámbulo a los días de asueto dictados por el curso de la Semana Santa. Se trata de un periodo vacacional en toda forma. No muy cuantioso en su duración, pero sí con días suficientes para el descanso y el esparcimiento más o menos generales.
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