Las Plumas

En una boca de lobo

Navojoa está a oscuras

En una boca de lobo

En más de un sentido, Navojoa es un lugar en el que por las noches parecería que se accede a una boca de lobo, si se nos permite utilizar esta expresión del habla común. Y es que una terrible e impresionante oscuridad es la que campea con el cotidiano arribo de la noche.

De este modo, caminar por las calles citadinas o recorrerlas en automóvil, se antoja regularmente un peligroso o retador desafío al sentido común. La verdad es que nadie en la vida debería correr riesgos…si no hay necesidad para ello. Por ello, debe reconocerse que ni siquiera una buena parte del centro citadino (que suele ser la cara o carta de presentación de una ciudad) escapa al tenor de hechos que se describen en el inicio de este apunte.

 No es por nada, pero la de hoy es una de las coyunturas urbanas más ingratas por las que ha debido atravesar un lugar como Navojoa. Pero hay que reconocer que las evidencias que nutren esta situación a que se alude, no empezaron precisamente ayer. Realmente estamos aludiendo a una suma de hechos y actitudes oficiales que obviamente datan de más o menos tiempo atrás.

Es pertinente hacer una marcación como la anterior para no incurrir en injusticias. El problema es que, por omisión e ineptitud de los gobiernos municipales, se haya permitido (unos más que otros en los tiempos recientes) esta caída urbana de Navojoa a la que se hace referencia. De este modo, la ciudad empezó a vivir sus rutinas en una casi completa oscuridad ambiental, sin que en lo inmediato se tomaran precauciones para evitarla.

No es por nada, pero sí resulta impresionante (y hasta perturbador y peligroso) efectuar un paseo nocturno por distintos rumbos de Navojoa. La verdad es que no puede ser uno tan inconsciente para llegar al extremo de recomendar una experiencia citadina de esa cinematográfica naturaleza.

Y es que hay películas que espantan desde la primera escena. En esa misma tesitura se encuentran (como queda dicho) las calles de Navojoa en virtud de la impensada negrura que las distingue. Lo bueno es que parecería que las cosas al respecto pronto pudieran ser distintas a como se atisban hoy por hoy.

Es propio reconocer que algunos de los pormenores consignados por esta columna, podrían antojarse exagerados y asumir que la oscuridad citadina a que se alude bien podría ser algún chiste nuevo (como si fueran realmente muy graciosos) de los que se ponen en curso o se ponían sobre Navojoa y sus y sus habitantes.

Pero no es así. Porque el asunto va mucho más allá que eso. Piénsese, por ejemplo, en el dato siguiente: en Navojoa se necesitan 3,500 lámparas para reforzar el servicio de alumbrado público en colonias y comunidades. Vale entender el dato siguiente: hay sectores que nunca han tenido iluminación. O sea, pensaría uno, que siempre por las noches han estado a oscuras.

Los datos anteriores fueron dados a conocer por el presidente municipal, Jorge Elías Retes. Datos que, en verdad, dejan mucho en qué pensar y que, por supuesto, son más que útiles para entender cómo y por qué se ha llegado a este mapa de negrura general que prácticamente existe en la Perla del Mayo.

Con el fin de remediar la situación descrita, el alcalde navojoense anunció la puesta en curso de una iniciativa de trabajo que dependerá del área de Servicios Públicos.

En otras palabras, habrá algo bautizado como Programa de Reforzamiento y Asignación de Luminarias. Quizá esta denominación se antoje un tanto pomposa o rimbombante. Aunque a la hora de la hora lo importante es que se aplique con eficiencia y buen tono.

Con una actitud así, los navojoenses se darían por bien servidos. Tal debe ser, en principio, el afán de las autoridades municipales, más allá de que no es posible relacionarlos con otra motivación que no se ajuste a la gravedad del problema descrito.  Poco a poco han venido aflorando los datos y las evidencias que dan cuenta de la muy lastimosa situación por la que hoy por atraviesa un municipio como el de Navojoa en lo que toca a la iluminación de sus calles.

Así están las cosas al respecto con esta trama que debe ser entendida como de riguroso primer orden. No es posible que alguien asuma con indiferencia una situación de tal naturaleza. Pero toca a las autoridades municipales demostrar que hablan en serio cuando se refieren a un problema como el descrito. Lo bueno es que pronto se verá de qué tamaño son sus intenciones al respecto.

Al fin y al cabo, la oscuridad citadina es algo que no se puede ocultar. ¿O sí…?

armentabalderramagerardo@gmail.com