"Centro del Culto Católico" es la Semana Santa, celebración que conmemora la pasión, muerte, y resurrección de Jesucristo. Es la última semana de Cuaresma y comienza el Domingo de Ramos.
Antes de dar información esencial sobre el significado de cada uno de los días santos, hay que agregarle dos acontecimientos muy especiales en nuestra diócesis, uno es la misa crismal que es una experiencia que se acostumbra localmente el Martes Santo, donde se renueva las promesas sacerdotales y la bendición de los santos Óleos por medio del Señor Obispo, que son el santo crisma, el óleo de los catecúmenos y el óleo de los enfermos. Se utilizan en la administración de cuatro sacramentos: bautismo, confirmación, orden sacerdotal y unción de los enfermos.
Además, el Jueves Santo a las 5 pm, en Catedral se celebrará los 50 años de vida sacerdotal, de presbíteros muy queridos, de los cuatro, tres "Capellanes de su Santidad", título honorífico que es otorgado por el Papa Francisco; los muy queridos Monseñor Miguel Agustín Durazo, Monseñor Felipe de Jesús González Íñiguez, (exrectores del seminario diocesano), así como monseñor Demetrio Moreno Santini vicario general de la diócesis. El cuarto homenajeado por medio de la oración es el Padre Víctor Quezada Ascencio, que Dios nuestro Señor les premie todo el bien que han hecho en estos años de ministerio, así como les otorgue el perdón de los errores cometidos debido a la naturaleza propia del ser humano.
JESÚS EN EL CENTRO
El misterio pascual es el conjunto de acontecimientos que comprende la pasión, muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo, es el centro de la fe cristiana.
Todo lo que se hace en la Iglesia, desde el culto, la evangelización y catequesis; todos los planes pastorales, misioneros, tienen como centro a ¡Jesús!, él es la fuente y culmen de la vida y misión de la iglesia. La intención de todos los esfuerzos eclesiales, es que tengamos un encuentro personal con nuestro Señor Jesucristo, que cambia los corazones y el rumbo de vida; que sana y restaura las heridas del corazón, que ofrece vida eterna, desde la experiencia del amor incondicional que nos tiene y quiere lo mejor para nosotros.
Como pareciera que requiere recalcarse, intentaré explicarlo más: los templos hermosos, la solemnidad, la vida contemplativa, la vida de servicio en la caridad es para darle la gloria a Dios, ¡Jesús es Dios!, no hay salvación fuera de él, nadie está por encima de nuestro Dios que es uno y trino, que Jesús vino a hablarnos que su Padre, es nuestro Padre, que su misericordia es para siempre, al alcance de nuestra oración, él viene a salvarnos del pecado, del resentimiento y de satanás que pretende engañarnos haciéndonos pensar que somos autosuficientes y otras tantas mentiras que pretenden negarlo, traicionarlo viviendo una vida egoísta, egocéntrica y egolátrica.
LA SEMANA SANTA
Del Sitio de Internet www.cathoic.net en español, comparto sobre lo que llamamos, Semana Mayor:
Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.
Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.
DOMINGO DE RAMOS:
Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas a la Iglesia para que las bendigan ese día y participamos en la misa.
JUEVES SANTO:
Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los pies dándonos un ejemplo de servicio. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el Jueves Santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.
VIERNES SANTO:
Ese día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Lo conmemoramos con un Viacrucis solemne y con la ceremonia de la Adoración de la Cruz.
SÁBADO SANTO O SÁBADO DE GLORIA:
Se recuerda el día que pasó entre la muerte y la Resurrección de Jesús. Es un día de luto y tristeza pues no tenemos a Jesús entre nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos. Por la noche se lleva a cabo una vigilia pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia quiere decir "la tarde y noche anteriores a una fiesta". En esta celebración se acostumbra bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, la gran fiesta de los católicos.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN O DOMINGO DE PASCUA:
Es el día más importante y más alegre para todos nosotros, los católicos, ya que Jesús venció a la muerte y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de la muerte a la vida.
¿POR QUÉ LA SEMANA SANTA CAMBIA DE FECHA CADA AÑO?
El pueblo judío celebraba la fiesta de pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.
En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud.
Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
Es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles. En la Biblia, 1 Corintios 15, 6 dice que Jesús se apareció a más de 500 hermanos a la vez. San Pablo menciona este hecho en su declaración de fe sobre la resurrección de Cristo.
Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.
En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?
Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.
San Pablo nos dice: "Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe" (I Corintios 15,14).
Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.
Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.
La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.
La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.
Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.
Sólo si acompañas a Jesús, en la Última Cena, al huerto de los Olivos, contemplando su pasión del viacrucis, aceptando vivir el calvario con él, entonces y sólo entonces, dejas clavados tus pecados y vicios en la cruz del calvario, viviendo una vida plena en la voluntad de Dios, entonces y sólo entonces, vivirás una eternidad en el cielo, en esa alegría sin fin.
Un abrazo de Felices Pascuas de Resurrección, pues nuestro Maestro-Mesías-Salvador está vivo y no morirá jamás, si lo encuentras, no te queda más remedio que conocerle, amarle, comulgarle e inevitablemente servirle.
Saúl Portillo Aranguré
saulportillo@hotmail.com