El joven recuerda los días de tratamiento donde el trato de los enfermeros y doctoras lo motivaron a querer ser oncólogo
Por: César Omar Leyva
José Carlos, un joven de 16 años, ha vivido una experiencia única que lo ha marcado profundamente. A los 11 años fue diagnosticado con linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer que, en su caso, implicó una dura batalla que duró un año, con 21 radioterapias y varios ciclos de quimioterapia.
Hoy, cuatro años después de haber completado su tratamiento, José Carlos es un joven saludable que se ha convertido en un voluntario de la fundación Amar y Servir, la misma organización que lo apoyó en su proceso de recuperación.
ASÍ FUE SU PROCESO DESPUÉS DE RECIBIR DIAGNÓSTICO
La historia de su lucha contra el cáncer comienza en julio de 2019, cuando José Carlos comenzó a experimentar tos persistente. Inicialmente, los médicos pensaron que se trataba de una simple infección, pero el diagnóstico cambió cuando, tras varias consultas y estudios, los médicos sospecharon de una posible neumonía o incluso linfoma.
En agosto de 2019, la peor noticia llegó: José Carlos tenía cáncer. Un diagnóstico devastador que llegó cerca de su cumpleaños número 11, un momento que siempre recordará.
El tratamiento fue largo y difícil, durando un total de un año. Durante ese tiempo, José Carlos recibió 21 sesiones de radioterapia y múltiples ciclos de quimioterapia. Sin embargo, en diciembre de 2020, llegó la tan esperada noticia: Jose Carlos recibió su diagnóstico positivo y comenzó la etapa de vigilancia, un periodo de seguimiento que dura cinco años.
Durante este tiempo, continúa asistiendo a estudios médicos para asegurar que la enfermedad no haya regresado. Aunque ya se encuentra en remisión, su camino hacia la curación total está marcado por el monitoreo constante de su salud.
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UN DIAGNÓSTICO QUE IMPACTA A TODA LA FAMILIA
El tratamiento no solo afectó la salud de Jose Carlos, sino también a su familia. Su madre, Zaida Vázquez, relata cómo el diagnóstico fue un golpe emocional, pero también un momento de reflexión y fortaleza.
"Yo me sentía fuerte, pero ante el diagnóstico me sentí chiquita, débil", comenta Zaida, quien también destaca el apoyo que recibieron tanto de su familia como de la empresa donde trabajaba. A pesar de las dificultades económicas, la solidaridad de su entorno fue fundamental para superar esos momentos tan oscuros.
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NUNCA SE PERDIÓ LA ESPERANZA
Cada quimioterapia fue un reto, pero José Carlos mantenía la esperanza. Después de cada tratamiento, un sonido especial marcaba el fin de un ciclo: "Nos tocó dos toques de campana". Esta tradición, que celebra la remisión de los niños con cáncer, le daba fuerzas a Jose Carlos y a su familia para seguir adelante.
A lo largo de todo el proceso, José Carlos encontró apoyo en las personas que lo rodeaban, especialmente en los médicos y enfermeros que lo trataban. Fue durante este tiempo que descubrió su verdadera vocación: convertirse en oncólogo pediatra. "Quiero ser oncólogo porque me gusta el hospital, me trataron bien, y ahora me motiva a salvar vidas como a mí me salvaron", comparte ahora ya con una madurez diferente.
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AHORA ES VOLUNTARIO DE LA FUNDACIÓN QUE LO APOYÓ
La conexión emocional con la fundación Amar y Servir es fuerte. Esta organización no solo le ofreció apoyo en su proceso de sanación, sino que también le regaló momentos especiales, como fiestas de cumpleaños que lo ayudaron a olvidar, aunque sea por un rato, la gravedad de su enfermedad. También lo apoyaron para cumplir su sueño de ir a Monterrey y ver jugar a Rayados.
Ahora, José Carlos desea devolver todo ese cariño y apoyo, convirtiéndose en voluntario de la fundación, para ayudar a otros niños que atraviesan situaciones similares.
Jose Carlos es un testimonio de valentía y esperanza. Hoy, a cuatro años de su remisión y con un camino de vigilancia por delante, lleva una vida normal, estudia, juega y tiene muchos amigos.
Y, sobre todo, tiene la firme determinación de ser parte del cambio, ayudando a otros niños a través de su trabajo como voluntario y su futuro como oncólogo pediatra. Su historia es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay luz y esperanza.
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