El 20 de noviembre, México conmemora el inicio de la Revolución Mexicana, una de las fechas más importantes de su historia. Además de los desfiles, las ceremonias cívicas y las representaciones históricas, esta celebración también se disfruta alrededor de la mesa, con platillos típicos que reflejan la identidad nacional.
Entre ellos, el pozole de res es uno de los favoritos para reunir a la familia y rendir homenaje a la gastronomía mexicana.
ORIGEN DEL POZOLE DE RES
Este guiso, de origen prehispánico, ha perdurado a lo largo de los siglos como un símbolo de convivencia y orgullo nacional. Elaborado tradicionalmente con maíz cacahuazintle, carne y una mezcla de chiles secos, el pozole combina la esencia de los sabores mexicanos en un solo plato.
Su preparación, aunque laboriosa, recompensa con un aroma inconfundible y un sabor que transporta a los hogares del México más tradicional.
PREPARA ESTE DELICIOSO POZOLE DE RES PARA EL DÍA DE LA REVOLUCIÓN
Para preparar un pozole de res para ocho a diez porciones, se recomienda reunir una selección de cortes que aporten textura, sabor y sustancia:
- 600 gramos de pata de res
- 700 gramos de rollo norteño
- 300 a 500 gramos de retazo
- 500 gramos de costilla
- 600 gramos de cola
- 400 gramos de chamberete
- 500 gramos de pecho de res
PASO A PASO PARA LA PREPARACIÓN DEL POZOLE DE RES
A esto se suman los ingredientes que le dan color y sazón al caldo: 10 chiles guajillo, 10 chiles pasilla, 2 jitomates, 2 cabezas de ajo, una cebolla, orégano, sal al gusto y un par de chiles jalapeños para acentuar el picor. Por supuesto, no puede faltar el maíz pozolero, el corazón del platillo.
La preparación comienza, ablandando la pata de res en agua hirviendo durante 30 minutos. Este paso inicial permite que la gelatina natural de los huesos aporte una textura espesa al caldo. Luego se lava el maíz y se incorpora a una olla junto con el resto de la carne, los huesos, una cabeza de ajo, dos chiles y una cebolla. Todo se deja hervir para formar una base de sabor profunda y nutritiva.
Mientras tanto, se prepara la salsa que dará el característico color rojizo al pozole. En un poco de aceite caliente se fríen los chiles pasilla y guajillo junto con ajo y jitomate, se tapa y se deja cocinar unos minutos para que los sabores se concentren. Después, se añade un poco del caldo de la carne, se sazona con sal y se deja hervir por 20 minutos más. Una vez lista, esta mezcla se licúa con orégano y se vacía en la olla principal, integrando todos los sabores.
El secreto está en la paciencia: se deja cocer todo a fuego medio hasta que el maíz esté reventado y la carne suave, lista para servirse en grandes platos humeantes.
EL TOQUE FINAL: TRADICIÓN AL GUSTO
Servir el pozole es casi un ritual. Se ofrece acompañado de lechuga picada, cebolla, rábano en rodajas, orégano seco, chile en polvo, limón y tostadas, para que cada comensal lo prepare a su gusto. Este platillo no solo alimenta el cuerpo, sino también el espíritu, al ser parte de una herencia que une generaciones.
En los hogares, plazas y ferias del país, el pozole se convierte cada noviembre en protagonista de las celebraciones. Prepararlo en familia para el Día de la Revolución Mexicana no solo es una oportunidad para disfrutar de un manjar tradicional, sino también para recordar los valores de unión, identidad y resistencia que dieron forma a la nación.




