Secta sexual la engancha en Tinder y acaba desmembrada
Las citas a ciegas, por encontrar un nuevo amor, son atractivas, pero sumamente peligrosas, pues podrían toparse con homicidas y desquiciados
Las redes sociales nacieron, originalmente, para unir y mantener comunicados a los seres humanos, pero como también resulta negocio, además de Facebook y Twitter, otras vienen empujando con fuerza, pero con un fin distinto, como Tinder.
Y es que esta plataforma fue concebida para que las personas se conocieran y entablaran citas para conocerse; sin embargo, mentes perversas se han aprovechado de ella para cometer crímenes que, en muchos casos, son difíciles de resolver.
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Tal es el caso de Sydney Loofe, de 24 años de edad, de Lincoln, Nebraska, trabajadora de una ferretería, quien en noviembre de 2017 le contó a sus amigos que conoció a Audrey en Tinder, a la que ya había contactado y quedaron en verse una segunda ocasión.
Antes del encuentro, Sydney se tomó una selfie y la compartió en Snapchat, por lo que sus amigos la veían feliz por la posibilidad de un nuevo amor para ella.
Sin embargo, jamás se imaginó que ese encuentro sería con una secta sexual y que su cadáver terminaría desmembrada en 14 partes y encontrado el 4 de diciembre.
DESAPARICIÓN
Al día siguiente, todos en su trabajo esperaban que Sydney llegara y contara cómo le fue en su cita, pero no apareció, y tampoco contestó los mensajes que le enviaba sus padres, George y Susie, por lo que, extrañados, fueron a su casa, pero sólo encontraron a su gato hambriento, el auto en su casa, pero sin rastro de ella, por lo que avisaron a la Policía.
Durante la búsqueda, los investigadores encontraron un las bolsas de basura en unas zanjas de un campo en Omaha; no obstante, algunos órganos y otras partes de su cuerpo jamás fueron recuperados.
Cuando se realizó la autopsia, el forense informó que se trataba de Sydney, y que las causas de muerte había sido ahorcamiento, además tenía el lóbulo de la oreja desgarrado, moretones en las muñecas, muslos y cabeza.
La indagatoria continuó, y el GPS del celular de la chica había estado activo, y ubicó su último punto en Wilber, a 35 millas de Lincoln.
Con esos datos, rastrearon el número telefónico y contactaron a Audrey, su cita en Tinder, quien aceptó tuvo una cita con Sydney, pero que la había dejado en casa de un amigo, de la cual no recordaba su ubicación.
Pero los investigadores notaron nerviosismo y poca cooperación con ellos, y la detuvieron: en realidad se llamaba Bailey Boswell, de entonces 23 años, quien vivía con su novio, Aubrey Trail, de 51; ambos se convirtieron en sospechosos, pues usaron el teléfono de la víctima.
La pareja reveló dónde había tirado los restos de Sydney; además, ya eran relación inquietante, pues la joven había perdido la custodia de una niña y compartía perversiones con su novio.
Además, resultaron miembros de una secta sexual, en la que para tener poder debían matar gente, por lo que no dudaron en contactar a la incauta Sydney.
Ambos fueron condenados a cadena perpetua por el asesinato de Sydney Loofe, a quien citaron sólo para desmembrarla.