Este 11 de junio, el santoral de la Iglesia Católica conmemora la festividad de San Bernabé, apóstol y figura clave en los inicios del cristianismo, venerado como patrono de la paz. Su vida y ejemplo cobran un significado especial en el contexto actual, donde muchos fieles encuentran en su legado un llamado a la reconciliación y la esperanza.
APÓSTOL POR MISIÓN,
Aunque San Bernabé no formó parte del grupo original de los doce apóstoles elegidos directamente por Jesús, fue reconocido por los primeros cristianos, así como por San Lucas, como apóstol de pleno derecho, debido a su entrega y a la misión que le fue encomendada por el Espíritu Santo.
Su verdadero nombre era José, nacido en Chipre y perteneciente a la tribu de Leví. Fueron los apóstoles quienes le dieron el nombre de Bernabé, que significa "el que anima y entusiasma" o "el esforzado".

VIDA DE SERVICIO Y EVANGELIZACIÓN
En los Hechos de los Apóstoles, se relata cómo Bernabé vendió una finca y entregó el dinero recaudado a los doce apóstoles para ser distribuido entre los pobres. Esta acción refleja su carácter generoso y su firme compromiso con la comunidad cristiana naciente.
Bernabé fue compañero cercano de San Pablo en sus primeras misiones de evangelización, especialmente en Antioquía, considerada uno de los centros clave de la expansión del cristianismo en Asia Menor.
Ambos apóstoles fueron enviados posteriormente a Jerusalén con ayuda para los necesitados, y desde allí emprendieron nuevas misiones evangelizadoras. Sin embargo, una diferencia de criterios llevó a que Pablo y Bernabé tomaran caminos distintos: Pablo siguió acompañado de Silas, mientras que Bernabé viajó con Marcos, su primo.

FUNDADOR DE IGLESIAS Y MÁRTIR
Aunque los registros posteriores sobre su vida son diversos, algunas fuentes lo sitúan fundando la Iglesia de Milán y acompañando a San Pedro en Roma. Otras señalan que regresó a Chipre, donde habría sido el primer obispo de la isla. En ambas regiones se le reconoce como fundador de las comunidades cristianas locales.
San Bernabé habría muerto lapidado en Chipre, víctima de la persecución impulsada por ciertos maestros judíos de la diáspora. Según la tradición, fue enterrado cerca de Salamina, y sus restos fueron encontrados en el año 488, portando en su pecho una copia del Evangelio de San Mateo, presuntamente escrita de su puño y letra.