El famoso programa ha alcanzado una popularidad especial en un panorama televisivo fragmentado. Pero los gemelos idénticos sabían que sería difícil creer que los ciudadanos de su aldea spielbergiana de los 80 siguieran viviendo en un pueblo invadido por amenazas extradimensionales.
Así que, durante años, limitaron los enfrentamientos sobrenaturales de la serie a centros comerciales abandonados y remotas prisiones soviéticas. Pero ahora, en la quinta y última temporada de la serie taquillera de Netflix, los hermanos por fin pueden desatar el infierno en Main Street.
Listos para ver cómo se desata el caos, es el día 135, aproximadamente a la mitad del rodaje, y hoy trabajan entre 400 y 500 miembros del reparto y del equipo.
Casi 100 extras vestidos de camuflaje se arremolinan fuera de la biblioteca y disfrutan del mejor de los servicios de artesanía junto a falsos cadáveres ensangrentados.
Los especialistas esperan a ser lanzados por los aires por personas con trajes grises con pelotas de ping-pong naranjas adheridas a la cabeza, que se transformarán en monstruos llamados Demogorgones por la magia de la CGI. Y ni siquiera es la escena más grande que están rodando este año.
EL SELLO MARVEL EN STRANGER THINGS
"Los sets no eran menos ambiciosos que los que usé con Marvel", me dice más tarde el productor ejecutivo y director frecuente Shawn Levy.
Levy dirigió sus dos últimos episodios de Stranger Things entre terminar Deadpool & Wolverine y comenzar una película de Star Wars.
"Da la casualidad de que es una serie de televisión, pero es una narración épica se mire por donde se mire".
El día de mi visita, los hermanos Duffer dirigían una serie de secuencias que, al unirse, parecían una sola toma. Desde el interior de una destartalada imitación de Radio Shack, gritaban: "¡Acción!". Mike, interpretado por el actor Finn Wolfhard, ahora de 22 años, arreaba a un grupo de niños, uno de ellos vestido con una camiseta de "ET Phone Home", para alejarlos del peligro.
"Al final de esta escena", me dice el supervisor de efectos visuales Michael Maher, "casi todos los que vean de pie estarán muertos, excepto los niños".
Noventa minutos y tres tomas después, Wolfhard se acerca a los monitores de los Duffer y declara que la toma se ve "increíble". Ross coincide.
EL FENÓMENO QUE SUPERÓ EXPECTATIVAS
Cuando los hermanos concibieron Stranger Things en 2013 como una serie inspirada en clásicos infantiles, no tenían ni idea de que se convertiría en una de las series más rentables de la historia. Y cada nueva entrega ha crecido en coste y ambición.
"Da un poco de miedo", dice Matt. "Pone presión en cada temporada porque tiene que tener un mejor rendimiento que la anterior para seguir justificando el crecimiento de la serie".
Ross interviene: "Estábamos nerviosos por la cuarta temporada". Según se informa, costó 30 millones de dólares por episodio, un total de 270 millones, una de las temporadas de televisión más caras de la historia.
Tres años después, la cuarta temporada sigue encabezando la lista de las más vistas de Netflix en cuanto a horas de visualización, con 1.800 millones.
"Fue un gran alivio cuando consiguió la audiencia que tuvo, porque no quieres reducir la audiencia para la última temporada".