Shein, una de las marcas de moda más populares del mundo, se ha convertido en un referente para millones de consumidores gracias a su amplia oferta de ropa a precios accesibles y con tendencias que cambian a gran velocidad.
Con envíos a casi todo el planeta y presencia masiva en redes sociales, la compañía china domina el mercado del "fast fashion" y mantiene un público fiel que busca renovar su guardarropa sin gastar demasiado.
Sin embargo, su modelo de negocio vuelve a estar en el centro de la controversia, esta vez en México.
GOBIERNO DE OAXACA RECLAMA APROPIACIÓN CULTURAL A SHEIN

El gobierno de Oaxaca exigió a Shein el retiro inmediato de prendas que reproducen diseños tradicionales del Istmo de Tehuantepec, argumentando que se trata de una apropiación indebida de la riqueza cultural de sus comunidades.
Según la Secretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca, la comercialización de ropa que imita bordados artesanales istmeños vulnera derechos patrimoniales de los pueblos originarios y constituye explotación cultural.
En un comunicado, las autoridades señalaron que los diseños presentes en huipiles y enaguas poseen un profundo valor histórico y simbólico: son emblemas de identidad, resistencia y empoderamiento femenino.
"Estos diseños son más que simples patrones ornamentales; son el alma viva de nuestra cultura, tejida con hilos de historia y resistencia", advierte el texto oficial. Además, se exige un diálogo con las comunidades afectadas y la creación de mecanismos de reparación.

EL CASO DE LAS SANDALIAS DE LA MARCA ADIDAS
Este caso se suma a otros similares, como el ocurrido recientemente con Adidas, que lanzó un modelo inspirado en huaraches zapotecos sin autorización. Tras la protesta, la firma alemana ofreció disculpas y reconoció la autoría zapoteca.

El gobierno oaxaqueño advirtió que estos textiles no son productos industriales, sino obras artesanales transmitidas de generación en generación, esenciales para la economía local y el tejido social. Por ello, pidió a Shein detener la venta, promoción y circulación de las prendas en cuestión.
La polémica reaviva el debate sobre la apropiación cultural y la urgencia de que marcas globales reconozcan y respeten el patrimonio cultural de los pueblos indígenas, en lugar de convertirlo en moda pasajera.