Su legado de piedad, generosidad y amor por su familia perdura, y desde su muerte, ha sido venerada como santa por el pueblo
Por: Ofelia Fierros
Hoy, 14 de marzo, el santoral católico conmemora a una figura fundamental de la fe cristiana: Santa Matilde de Sajonia, conocida también como Matilde de Ringelheim.
Esta fecha es especialmente significativa para los matrimonios, ya que Santa Matilde es reconocida como la patrona de los mismos.
¿QUIÉN FUE SANTA MATILDE DE RINGELHEIM?
Matilde de Sajonia nació en el año 895 en Enger, Sajonia, como hija de Dietrich, duque de Westfalia, y Reinhild.
Desde muy joven, Matilde fue educada en el convento de Erfurt, donde cultivó una profunda espiritualidad que la acompañaría durante toda su vida.
A la edad de 17 años, Matilde contrajo matrimonio con Enrique I, quien más tarde sería duque de Sajonia y rey de la llamada "Francia Orientalis", Fundando lo que hoy conocemos como el estado alemán medieval.
A pesar de su posición de realeza, Matilde nunca abandonó su sencillez y devoción, convirtiéndose en una figura fundamental para la propagación del cristianismo en su tierra natal. Fue una ferviente promotora de la construcción de templos y monasterios, dejando un legado perdurable en ciudades como Quedlinburg, Nordhausen, Engern y Poehlden.
El matrimonio de Matilde y Enrique fue bendecido con varios hijos, entre ellos Otón I, quien sería emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, a lo largo de su vida, Matilde enfrentó numerosos desafíos familiares.
Tras la muerte de su esposo en 936, su hijo Otón, ahora emperador, la acusó injustamente de traición debido a su apoyo hacia su otro hijo, Enrique, en una disputa dinástica. A pesar de ser expulsada del palacio y acogida en un monasterio, Matilde nunca perdió la fe, orando por la reconciliación familiar. Eventualmente, sus esfuerzos fueron recompensados, y fue restituida en su lugar en la corte.
UNA VIDA DE DEVOCIÓN
En sus últimos años, Santa Matilde se dedicó a la fundación de conventos y al servicio de los pobres, fiel a su vocación cristiana.
El 14 de marzo de 968, falleció en el monasterio de San Servacio y San Dionisio en Quedlinburg, donde fue sepultada junto a su esposo. Su legado de piedad, generosidad y amor incondicional por su familia ha perdurado a lo largo de los siglos, y desde su muerte, ha sido venerada como santa por el pueblo.
