¿Qué deben hacer las escuelas ante intentos de suicidio? Esto recomienda experta
Capacitación, programas socioemocionales y protocolos son esenciales para detectar y actuar en casos de riesgo
Ante la creciente preocupación por intentos de suicidio en jóvenes, las escuelas se han convertido en un espacio fundamental para la prevención de este tipo de conductas y para la promoción de apoyo emocional a estudiantes identificados en riesgo.
Según Paulette Delgado, especialista en Tendencias Educativas en el Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación del Tecnológico de Monterrey, las instituciones educativas deben implementar acciones concretas para ayudar a los alumnos que presentan conductas identificadas como señales de alerta y fomentar un ambiente de apoyo.
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Delgado señala que, en países como España, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en jóvenes de entre 15 y 29 años, mientras que en México, el Instituto Nacional de Salud Pública reporta que por cada suicidio consumado, existen hasta 20 intentos. En este contexto, la intervención escolar es clave para abordar y prevenir esta problemática.
ROL FUNDAMENTAL DE LAS ESCUELAS EN LA PREVENCIÓN
Las escuelas son espacios en los que los estudiantes pasan gran parte de su tiempo y donde socializan sin la supervisión de sus familiares, lo que las convierte en lugares estratégicos para implementar programas de prevención.
Por ello, Delgado sugiere que las instituciones educativas deben ofrecer programas que desarrollen habilidades socioemocionales, como el autocontrol y la gestión de emociones. Estas habilidades ayudan a los estudiantes a enfrentar situaciones de estrés y a relacionarse mejor con los demás, disminuyendo así el riesgo de que desarrollen pensamientos suicidas.
PROGRAMAS DE PREVENCIÓN Y PROTOCOLOS DE INTERVENCIÓN
Los especialistas identifican cuatro medidas efectivas para la prevención del suicidio en las escuelas:
- Currículos de Concientización: Es fundamental que las escuelas incluyan programas educativos que enseñen a los estudiantes sobre el suicidio, sus factores de riesgo y qué hacer cuando identifican señales de alerta. Estos programas ayudan a reducir los casos de ideación y los intentos de suicidio al aumentar la conciencia y el apoyo dentro de la comunidad escolar.
- Detección Temprana: Los estudios revelan que menos del 25 por ciento de las familias conocen las conductas autolesivas de sus hijos, por lo que la detección escolar es clave. Aplicar cuestionarios preliminares y canalizar a los estudiantes en riesgo hacia consejeros o servicios de salud mental puede salvar vidas.
- Capacitar a Educadores y Compañeros: Es esencial que el personal y los estudiantes reciban capacitación para detectar señales de alerta. Programas como "Preguntar, Persuadir y Referir" (QPR) y la creación de grupos de "guardianes" entre compañeros permiten que tanto docentes como alumnos identifiquen comportamientos preocupantes y respondan adecuadamente, buscando ayuda profesional. Esta estrategia fomenta un ambiente en el que los estudiantes se sienten apoyados por sus pares.
- Entrenamiento en Habilidades de Vida: Programas como CARE/CAST enseñan a los estudiantes a manejar el estrés, regular el estado de ánimo y desarrollar habilidades para resolver problemas, disminuyendo factores de riesgo asociados al suicidio. La implementación de estas habilidades, mediante sesiones grupales, promueve el bienestar general y aumenta la resiliencia emocional.
CREAR CULTURA DE APOYO Y CORRESPONSABILIDAD SOCIAL EN LAS ESCUELAS
Para Delgado, la prevención del suicidio en el entorno escolar va más allá de los contenidos académicos: se trata de crear una cultura de corresponsabilidad social, donde tanto personal educativo como alumnos sean conscientes de la importancia de detectar y apoyar a quienes están en riesgo.
Las escuelas deben contar con protocolos claros para intervenir ante intentos de suicidio y proporcionar espacios seguros donde los estudiantes puedan hablar abiertamente sobre sus preocupaciones.
Al implementar estas medidas, las escuelas no solo cumplen un rol académico, sino que también se convierten en agentes de cambio que pueden salvar vidas y fortalecer la salud mental de las futuras generaciones.