El rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco, no nada más funcionaba como incinerador, sino que era "la escuelita del terror"
Por: Edel Osuna
Una llamada anónima, alertó a las integrantes del colectivo Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco sobre un crematorio clandestino en la comunidad de Teuchitlán; sin embargo, no pensaron encontrar un sitio de la envergadura de lo encontrado.
Se trató del Rancho Izaguirre, donde tanto las buscadoras, como las autoridades encontraron fosas clandestinas, pero también calzado, ropa, joyería, maletas y otros artículos.
Lo encontrado conmocionó a todo México, pues se podría tratar de una de las fosas clandestinas y crematorios ilegales más grandes encontrados en el país.
De acuerdo con las madres buscadoras, el lugar pudo ser operado por integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG); no obstante, de acuerdo con sobrevivientes del lugar, se trataría también de un centro de reclutamiento y entrenamiento para nuevas generaciones de sicarios.
Según la lideresa de los Guerreros Buscadores, Índira Navarro, un joven sobreviviente del lugar le contó que estuvo un tiempo en el rancho; durante una entrevista con la periodista Azucena Uresti, Navarro contó los horrores que el muchacho vivió, así como los que eran reclutados.

DE ESTA FORMA RECLUTABAN A LOS JÓVENES
De acuerdo con la historia que el chico contó a Índira Navarro, explicó que el Rancho Izaguirre en realidad era usado como centro de adiestramiento; quienes acudían eraj jóvenes que reclutados con engaños.
"Llegaban a la central de autobuses y les ofertaban trabajos con buenas pagas, pero no era nada de lo que les decía", contó la lideresa del colectivo; este hecho podría explicar las numerosas maletas y mochilas que hallaron en el predio, mismas que están aseguradas por las autoridades de Jalisco.
Asimismo, Índira Navarro contó que una persona, que prefirió el anonimato, le expuso que los jóvenes reclutados eran obligados a hacer cavar: "Le poníamos una cama de piedras y ladrillos. En esa cama les rociábamos aceite y gasolina a los cuerpos seccionados y los quemábamos. Se usaban en varias ocasiones y después lo teníamos que tapar (las fosas)".

Luego, dijo, los sobrevivientes hablaron del “infierno” que vivieron en la llamada “escuelita del terror" del cártel, pues el rancho era una especie de preescolar, del que los jóvenes que "se graduaban", eran enviados como prueba al campo de batalla y quienes sobrevivían eran asignados a adiestramientos que impartían exmilitares:
"'Era un entrenamiento canijo y si salías con vida de ese lugar era porque ya te ibas con los jefes, para el lado de la sierra. Ahí no había nada de comunicación, más que radios que traían los jefes (...) ya nos daban por perdidos. Ahí si de plano eran los mejores elementos', me decía (la fuente de Indira). 'Pero de filtro, de 200 quedábamos como 30. Nos íbamos unos y llegaban otros'", recordó.
Por otra parte, dijo que los reclutas que morían al interior del Rancho Izaguirre, otros eran asesinados si fallaban, unos más perecían por la fuerza que debían demostrar, eran desmembrados, quemados y sepultados en las camas de piedra o ladrillo.
Actualmente, las autoridades jaliscienses siguen trabajando en el lugar, a fin de recuperar la mayor parte de los restos óseos, pertenencias y más que encontraron en el lugar.