En el siglo XIX la necesidad de organizar el comercio local llevó a la creación de un mercado formal para sustituir a los puestos irregulares
Por: César Omar Leyva
El Mercado San Juan de Dios, conocido también como Mercado Libertad, es uno de los puntos más emblemáticos de Guadalajara, Jalisco. Con más de 60 años de historia en su forma actual, este mercado no solo es el más grande de Latinoamérica bajo techo, sino también un reflejo de la rica tradición y el crecimiento de la ciudad.
Su origen remonta a finales del siglo XIX, cuando la necesidad de organizar el comercio local llevó a la creación de un mercado formal para sustituir a los puestos irregulares que se asentaban a orillas del río San Juan de Dios.
Estos primeros comerciantes fueron fundamentales en la creación del término "tapatío", utilizado para describir a los nacidos en Guadalajara. El gentilicio proviene del náhuatl y, en el contexto del mercado, hacía referencia al trueque de mercancías que se realizaba en el lugar.
DEMOLIDO Y REDISEÑADO
El mercado original se inauguró en 1888, pero debido a la falta de medidas sanitarias, fue demolido en 1925 para dar paso a un nuevo proyecto de modernización urbana en Guadalajara.
Sin embargo, la transformación más significativa ocurrió en la década de 1950, cuando el arquitecto Alejandro Zohn diseñó el mercado actual. Esta reconstrucción no solo resolvió el problema de espacio, sino que convirtió al mercado en un referente arquitectónico internacional.
El Mercado San Juan de Dios, inaugurado en 1958, se destaca por su moderna estructura y su eficiente distribución de mil 700 puestos comerciales en 3 mil 140 metros cuadrados. Hoy en día, el mercado ha crecido a 40 mil metros cuadrados, con más de 3 mil locales que ofrecen desde artesanías hasta alimentos típicos de la región.
A pesar de su evolución, el Mercado San Juan de Dios sigue siendo un símbolo cultural y un centro de identidad para los tapatíos, preservando su esencia como un lugar de comercio, tradición y convivencia. Este mercado no solo es una parada obligada para los turistas, sino también un testigo de la transformación y la historia de Guadalajara.