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Las Plumas

“Viejos los cerros…”

Jesús Huerta Suárez

Conforme uno se va haciendo viejo va descubriendo, por razones obvias, que el tiempo no pasa en balde para nadie y que los más jóvenes cada vez le dan más importancia a la edad. A tu edad. Y parecen no desaprovechar cualquier situación para recordarte que ya estás arcaico, lo que para mí, es muy relativo, pues creo que como ser humano se es viejo de los ochenta años en adelante, y a las pruebas me remito, ya que hay mucha gente mayor triunfando y viviendo una vida satisfactoria actualmente o en el pasado, entre ellos el actual presidente del país más poderoso del mundo, Joe Biden; los legendario Mick Jagger, Paul McCartney, Ringo Starr, Morgan Freeman, Angélica María, Ana Martín, Churchill, Verdi, Borges, Goethe, Cervantes y muchos otros que nos sirven de ejemplo, sin olvidar, por supuesto a la reina Isabel, que a sus 95 años sigue vivita y coleando con mucho estilo.

El caso es que no falta quién diariamente en el trabajo, reuniones sociales, medios de comunicación, redes sociales, señalando a manera de broma la edad de quienes ya hemos tenido la gracia de haber arrancado muchas hojas del calendario de la vida y ya damos muestras en el rostro y el cuerpo del paso inevitable del tiempo y, claro, uno se ve en el espejo y lo ve; lo sabe, pero, cómo te sientes bien físicamente y quizá mejor que nunca emocionalmente, les contestas bien seguro con dichos como el de “viejos los cerros, y todavía reverdecen”, o, yo ya llegué a ruco y bien, a ver si ustedes llegan, y es que muchos de ellos, a pesar de su juventud, que no es ningún mérito personal estar joven, sino circunstancial, en cambio, llegar a cierta edad sí lo es porque eso significa que has peleado muchas batallas, has conocido muchos caminos, has olido muchas flores y has besado muchos labios, además de todas las bendiciones que el poder estar entrado en años te brinda, mientras que muchos de ellos llevan vidas sedentarias, rutinarias, no conocieron los sesentas, setentas y ochentas, no saben de buena música y ya presentan diabetes, hipertensión y disfunción sexual. Muchos de ellos y ellas, desde jóvenes están fregados, pero aun así te ven y te tratan como alguien viejo. Son ignorantes, lo que es peor que ser viejo, y es que parecen olvidar que cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada noche, todos, exactamente, todos, estamos un poco más viejos que ayer y más veteranos que unos y menos que otros, lo que es inevitable, a menos que mueras en el proceso. Ya lo dijo su reverenda majestad satánica, Keith Ritchards ("Keef", para los amigos): “Es gracioso, nadie se quiere hacer viejo, pero nadie quiere morir joven”.

¡Pamplinas! No hagas caso a eso de que ya estás viejo; lo que se arruga es el pellejo, porque aun viviendo en la “edad de los metales”: pies de plomo, pelo de plata y dientes de oro, el corazón sigue siendo de niño, eso sí, quizá se amargue por una vida infructuosa o superficial, o por llenar mucho el plato, dormir poco y no gastar el zapato. Salud.