De la semana de oración por la unidad de los cristianos, al domingo de la Palabra de Dios
La Iglesia celebra del 18 al 25 de enero, la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Tradicionalmente se celebra en esta fecha, entre las festividades de la confesión de San Pedro y de la conversión de San Pablo, que surgió como una iniciativa, en un momento en el que las confesiones cristianas oraban juntas para lograr la plena unidad de la Iglesia. Por ello, orar por la unidad de todos los cristianos, es comprender la oración que Jesús realizó y unirnos estrechamente a Él para suplicar este don.
Efesios 4, 3-6 "Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz. Hay un solo Cuerpo y un solo espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos."
LA UNIDAD (DE BABEL A PENTECOSTÉS)
La unidad entre todos los cristianos no es solamente el resultado de nuestro empeño, de nuestros esfuerzos y de nuestros acuerdos, sino que es sobre todo don, armonía, caminar juntos y misión. Pidamos este maravilloso don de unidad humildemente, cediendo el lugar al amor que es vínculo de unidad, renunciemos a posturas absolutistas, que termina atropellando al que piensa diferente a uno mismo.
El mejor ejemplo de "unidad-división" en la biblia, del nuevo testamento, es el acontecimiento fundacional de la iglesia católica, PENTECOSTÉS, que es la antítesis de la TORRE DE BABEL.
Hablemos primero de babel, texto del antiguo testamento, del libro del Génesis capítulo 11, que normalmente se enseña como el origen de las lenguas, pero leyéndolo detenidamente, nos damos cuenta la razón por lo que la humanidad quería hacer una torre: "«Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo, nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra»" (Gen 11,4). No era el loable anhelo de llegar al cielo, símbolo de la cercanía a la divinidad, sino que era un monumento a la egolatría, que "ser famosos nos mantiene no dispersos" y la consecuencia es justo lo contrario; dando orígenes a la diversidad de lenguas que todos hablaban y nadie se entendía, y fue justo por esa diferencia de lenguajes que la falta de comunicación terminó separando, dividiendo, porque así es la historia del ser humano, de las familias y de las sociedades. Cuando se excluye a Dios y sus valores bíblicos, queriendo usurpar su lugar, creyendo que el antropocentrismo es la solución, no debe extrañarnos que terminamos como hablando en diferentes idiomas, generando distancias, separaciones, divisiones y tremendas polarizaciones.
Ahora hablemos de Pentecostés, que tenemos que verlo como símbolo de unidad, que la unidad no es un destino, sino un camino que hay que construir y recorrer. No es un proyecto para escribir, un plan estudiado en la mesa; no se hace en el inmovilismo, sino en el movimiento, en el nuevo dinamismo que el Espíritu, a partir de Pentecostés, imprime a los discípulos. Se hace caminando. crece en el compartir, paso a paso, en la común disponibilidad a acoger las alegrías y las fatigas del viaje, en las sorpresas que nacen a lo largo del recorrido. Como escribe San Pablo a los Gálatas, tenemos la obligación de caminar según el Espíritu (cfr. Gal 5,16.25).
PENTECOSTÉS, que en el nuevo testamento narrado a detalle en el capítulo 2 del libro de los Hechos de los Apóstoles, que es el dramático comienzo de la Iglesia Católica, 50 días después de la resurrección de Jesús, donde temerosos escondidos, cumpliendo la encomienda de Jesús de no alejarse de Jerusalén, esperando en oración la promesa del Padre en compañía de María madre de Jesús, en la primera novena de oración de la historia del cristianismo, (9 días, desde el día de la ascensión de Jesús al cielo al día del derramamiento del Espíritu Santo) que no solo sucedió una "cardiomorfósis" en los apóstoles, sino que el discurso kerigmático del primer Papa dela Iglesia, san Pedro, llevó a la petición de la conversión y el Espíritu Santo los llevó a un profundo arrepentimiento, donde aceptaron la fe en Cristo Jesús tres mil almas, sellando el acta de nacimiento de la Iglesia Católica.
La acción del Espíritu Santo, en los oyentes, logró la unidad en la diversidad, Pedro predicó, el Espíritu Santo actuó y los oyentes que eran de diversas nacionalidades e idiomas, y todos se conmovieron profundamente, porque entendían "todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios" (Hechos 2, 11). No es como babel, para hacernos famosos, sino el tema era las maravillas de Dios, Dios en el centro, no el hombre.
La unidad, es posible si volteamos a un punto común, Dios, y no en la diversidad de los egos soberbios divisionarios, Dios es quien nos une, quien nos ayuda para reconciliarnos, no da la gracia para el perdón entre los que se odian, cediéndole el lugar a Dios Espíritu Santo que actúa en el interior del corazón, reconstruyendo los corazones destrozados, lastimados, ofendidos por permitir que babel impere en nuestras vidas, familias y sociedad.
¿Cómosaber si vivo en babel o Pentecostés? Si todos hablan y nadie se entiende, es babel, si hablamos y entendemos porque no hablamos de nosotros mismos sino del bien común, entonces estamos en Pentecostés. Hablar de las maravillas de Dios, es hablar de su gracia, sus dones y su voluntad, de nuestro Dios que "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Timoteo 2,4). Renunciemos a querer imponer nuestra voluntad y busquemos la voluntad de Dios, que quiere salvar al hombre y la sociedad, del pecado, del resentimiento y de los enredos propios del ocultismo que dan culto a lo que sea menos a Dios.
LA PAZ
La gran misión evangelizadora o la mega misión diocesana anual, debe empezar en los cenáculos de oración, entrar a la "habitación alta", como describen el lugar de la novena previa a pentecostés, En Pentecostés inició la gran comisión de la Iglesia, que es la evangelización, donde está su identidad más profunda y característica más fundacional, no podemos dejar que la misión, la gran comisión se vuelva en la gran omisión. Oremos por la misión evangelizadora de la Iglesia, antes, durante y después de la misma.
La evangelización tiene por objetivo el encuentro personal con Jesús vivo y resucitado, que sana, salva y libera, la misión no es catolizar, no es debatir, no es apologética bíblica para demostrar cual es la iglesia verdadera y única fundada por Jesucristo, no, no... tampoco se trata de hacer censos de estatus sacramental de los parroquianos; sino se provoca el encuentro personal con Jesús, o los medios para promoverlo, entendiendo que el único acontecimiento que puede lograr pasar del babel del pecado al Pentecostés de la gracia es saber que Jesús no es un personaje de la historia, sino una persona presente, en el aquí y el ahora. Sólo así Jesús "Príncipe de Paz" (Isaías 9,6), uno de los títulos mesiánicos, que son una realidad alcanzable, si hablamos de él, si predicamos de él, si oramos con él y seremos testigos de que, si hay paz en el corazón, habrá paz en las relaciones interpersonales, en las familias y en la sociedad, que sucumbe porque todos quieren vivir su propio reino, su babel, cuando el grito de paz es posible si dejamos a Dios actuar con su bendición descendente.
DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS
Este 26 de enero, tercer domingo del Tiempo Ordinario, se celebra el Domingo de la Palabra De Dios. Se trata de una jornada instituida por el Papa Francisco y el objetivo de esta celebración es que tomemos una conciencia cada vez más clara de la importancia que la Palabra de Dios ha de tener en nuestra vida cristiana y en la vida de la Iglesia.
Para este año, el Papa Francisco eligió como lema las palabras del Salmista: "Espero en tu Palabra" (Sal 119,74). Se trata de un grito de esperanza: el hombre, en el momento de angustia, de la tribulación, del sin sentido, grita a Dios y pone toda su esperanza en Él.
Esperemos en su Palabra, más adelante hablaré sólo de la importancia de la Biblia, como Palabra de Dios, como revelación pública que nuestro Dios nos ha entregado para nuestra salvación.
"Señor Jesús, en medio de una sociedad y un mundo que te ha sacado de sus vidas, hemos visto como Babel se extiende, imponiendo su reino divisorio, rescátanos de las divisiones, de los odios y resentimientos que, aunque fundamentados correctamente, no es el camino que nos lleve a la paz, rescátanos del deseo de venganza al ser víctimas del crimen sin sentido, porque todos quieren hacer sus torres individualistas... envía al Espíritu Santo, para que haga de nuestras familias, parroquia y sociedad mexicana un Pentecostés permanente, donde el amor, la unidad, el perdón sea la bandera que ondee en paz, pacifícanos, sananos, libéranos por tu gracia misericordiosa, evidentemente no reinas, si sólo hay confusión estamos en babel, que podamos construir la civilización del amor, toca el corazón de los que creen que es válido, robar, matar, secuestrar, porque nadie les ha hablado de ti correctamente, levanta una nueva generación de misioneros evangelizadores, que provoquen por predicación de tu palabra, su testimonio y la oración una auténtica conmoción que lleve al arrepentimiento del mal y una conversión al bien. Virgen María madre de la Iglesia, intercede por un nuevo pentecostés en nuestra vida personal, que logre sacarnos de babel." AMEN.