El término "woke" tiene su origen en comunidades afroamericanas, que usaban la "stay woke" para invitar a a hacer conciencia sobre temas sociales
El pasado 29 de diciembre de 2024 se publicó una columna de opinión, la cual causó bastante revuelo en línea. Pero no por las razones correctas. Bajo el título de "La plaga del wokismo", la escritora y ensayista Isabel Turrent quiso abrir en México un nuevo frente de la "Guerra Cultural" norteamericana. El texto fue recibido de manera bastante negativa en redes. Y es que podemos observar en esta columna un claro ejemplo de los esfuerzos deliberados por parte de ciertos miembros de la inteligencia mexicana, de la llamada oposición, por importar los instrumentos de polarización política que llevaron a Trump a la victoria en las últimas elecciones.
Pero habría que volver al principio. A diferencia de Turrent, yo comenzaré por definir las cosas. La Guerra Cultural es un concepto controversial que, sin embargo, podemos entender como el paso de la política de lo material a lo cultural. Es decir, es una disputa por las narrativas que moldean la forma en la que se entiende no sólo la política sino la propia realidad. Se trata de un fenómeno que existe en todas las sociedades, pero que ha sido determinante para la política de nuestro vecino del norte.
Pero ¿qué tiene que ver Turrent en esto? Bueno, su (mal)uso del concepto "woke" parece haber sido sacado directamente del manual de guerra de Donald Trump. Y es que, si bien, a primera vista pareciese que la ensayista busca advertirnos de los efectos del "wokismo de derecha e izquierda", lo que en realidad intenta es disfrazar el lenguaje de la extrema derecha norteamericana.
A diferencia de la escritora, yo me tomaré la molestia de definir brevemente el concepto de "woke" y wokismo. El término "woke" tiene su origen en las comunidades afroamericanas las cuales utilizaban la frase "stay woke" (mantente alerta) para invitar a sus pares a hacer conciencia sobre las cuestiones sociales que les afectan. Con el tiempo, el término fue adoptado por un sector más amplio de la sociedad norteamericana y pasó a significar una toma de conciencia más amplia sobre las desigualdades sociales, raciales, sexuales y demás injusticias.
Sin embargo, en los últimos ocho años, el término ha sido adoptado a manera de insulto por la extrema derecha, los republicanos MAGA y sus simpatizantes, quienes le han dado un giro ideológico. Para ellos, todo aquel que no se ajuste a los roles sociales tradicionales "ha sido adoctrinado por la agenda wokista". Se trata de un instrumento más —junto a términos como "progre", "zurdo", "desviado", "chairo"— para deslegitimar las agendas progresistas.
Isabel Turrent, sin embargo, no se siente identificada con los MAGA de EE. UU., los libertarios argentinos o los VOX españoles. Es por ello por lo que en su columna tuvo que inventarse un nuevo concepto al que denominó como "wokismo de derecha", con el cual simplemente reunió las posturas de la derecha radical: el movimiento anti-inmigrante, anti-vacunas, anti-cambio climático y anti-teoría de la evolución. Que la autora disculpe mi ignorancia, pero ¿qué tienen que ver estos con su significado original o con la agenda progresista? La realidad es que no tiene nada que ver. El problema es que Turrent, como el perro de las dos tortas, quiere quejarse de la izquierda usando el término de moda en los círculos de la extrema derecha, pero sin asumirse como tal.
En espacio de un renglón, Turrent correctamente identificó estas posturas como racistas y anticientíficas, pero a la vez, señala que lo mismo sucede del lado izquierdo. Y para justificarse suelta una serie de insultos y mentiras transfóbicas e islamofóbicas. Cosas que, con el simple uso de Google, fácilmente se hubieran podido identificar como falsas. Se trata de cuatro párrafos que parecen haber sido sacados de los apuntes de las fascistas Marine Le Pen o Giorgia Meloni. Incluso se atreve a decir que "muchos wokes votaron por Donald Trump", curiosamente olvidando que uno de los principales críticos de la "agenda woke" es el propio presidente republicano.
En fin, uno esperaría, quizás erróneamente, un mejor esfuerzo por parte de una figura tan importante de la intelectualidad nacional. Si bien es cierto que en años recientes hemos sido testigos de la aparición en México de nuestros propios frentes de la Guerra Cultural, la realidad es que ésta no ha penetrado como sí lo ha hecho en otras latitudes. Resulta curioso que, bajo la excusa de la objetividad y el centralismo, la oposición "liberal" y "demócrata" mexicana repita los mismos discursos que han llevado a la extrema derecha al poder en Italia, Argentina, Polonia, Hungría, El Salvador y, recientemente, Estados Unidos.
*Egresado de la XVIII promoción de maestría en ciencias sociales 2020-2021, de la línea Estudios Históricos de Región y Frontera de El Colegio de Sonora.