Un paseo por el infierno

Un paseo por el infierno

Hace unos días me tocó ver cómo es más o menos una fiesta moderna de celebración de 14 años. No una quinceañera, sino una fiesta de 14 años. Por supuesto que han pasado muchos abriles...y mayos y junios, de que asistí a este tipo de eventos, por lo que hay algunas variaciones a las de "nuestros tiempos", como luego dicen, por lo que pensé que sería oportuno contarles brevemente sobre este tipo de festejos, sobre todo cuando estamos viendo que el alcohol está haciendo estragos en la juventud y los efectos de la pandemia.

Para empezar, las fiestas comienzan alrededor de las once de la noche; a pesar de que en este caso había pista de baile, luces, cámara de humo y la música del momento, nadie bailaba. Mientras las muchachitas, se veía que se esmeraron en ponerse sus mejores galas, peinado de salón, zapatos nuevos y todos los detalles que suelen usar con tal de lucir lo mejor posible, los chavalos llegaban vistiendo ropas rotas (pero no por el uso trabajando), sino de esas que así les venden para hacerlos sentir que hacen algo. Con las greñas desaliñadas, pero sobre todo, con un lenguaje soez. Sin lugar a dudas, un mínimo vocabulario y un fuerte aderezo de groserías es lo que más destaca de los adolescentes. Al parecer tanto ellos como ellas compiten por ver quién dice más palabrotas. Supongo que esto los ha de hacer sentirse como vividos o como más en onda.

Ahora son más los que traen el carro de papá, o quizás hasta sea propio, y poco les importa pararlos en las entradas o en las cocheras de las casas de los vecinos de la fiesta. Y el alcohol...bueno, sendas hieleras de cheves son las invitadas de honor a estas juntadas. Tupidas hasta el gorro, todo gracias a papi qué, como buena excusa, dice no saber cómo controlar a sus hijos, por lo que mejor les pone el reventón en bandeja de plata: Lana, carro y permiso para llegar a las horas que sean.

Ante este panorama llegué a pensar que lo que estaba viendo y escuchando es lo que se vería y oiría en el infierno, o mínimo en el purgatorio: Jovencitos, casi niños, ebrios, maldiciendo, manejando el carro de papi a gran velocidad, desaliñados e irrespetuosos ante las damas y los adultos, y lo más grave, adolescentes que han tenido el privilegio de la educación y que son hijos de "buenas" familias.

Sé que sueno como un ruco, pero sí, eso soy ¿cómo esperarían que sonara?

Y otros me dicen, ha, ¿ya se te olvidó en tus tiempos?, Y pos, claro que no se me ha olvidado, para nada, aún recuerdo a los que se murieron, a los que se quedaron arriba, a los que están en la cárcel, es precisamente por eso que traigo este tema a colación, porque veo como en lugar de ir evolucionando como sociedad vamos para atrás. Eso es lo que me llama la atención principalmente, ver como la conducta se va relajando cada vez más sin que a nadie le interese. Y es precisamente, porque lo hemos vivido, que sabemos que no es bueno ni es sana tanta libertad en los jovencitos. No olvidemos, estoy hablando de plebes de alrededor de 14 años. No digo nada ya cuando uno tiene cierta madurez para saber cómo vivir su vida y tomar sus propias decisiones, pero a esa edad, de un momento a otro son maduros como para manejar, y en otro son niños como para jugar carreras sin medir el peligro. No es mi idea juzgar a nadie, mal haría, sino que solo pretendo reflexionar un poco ante este mar de alcohol que mantiene vivas las flamas del averno. Duele.

Jesushuerta3000@hotmail.com