Un “apagón” tecnológico ante el surrealismo político
A pesar de todo lo que se presume sobre el avance tecnológico, el error en un código provocó el viernes un tremendo “apagón” tecnológico mundial
No somos nada, diría el pensador más afamado del barrio o la colonia. A pesar de todo lo que se presume sobre el avance tecnológico que señorea hoy en el mundo, y que es real, el error en un código provocó el viernes un tremendo “apagón” tecnológico mundial. Por eso, el caos informático global generado al respecto fue de pronósticos reservados. En lo dicho: no somos nada.
En el PRI, sin embargo, sí tratan de ser algo, aunque sin convencer mucho de tal propósito. Prueba de ello es que en ese ámbito están preparando (un poco como si nada) la reelección de Alejandro Moreno Cárdenas en el mando partidista, tal y como si no hubiera truenos en el ambiente. En otras palabras, un poco al amparo de la magia tricolor de antaño, se busca la permanencia en el mando de alguien que, por lo visto y sabido, no las tiene todas consigo como jerarca partidista.
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Un tema como el anterior sigue generando interés público, cuando la verdad es que se reconoce o acepta públicamente que el PRI en su concepción partidista está (o debe estarlo) en la peor coyuntura de su existencia. No en balde llama la atención de observadores la terrible caída electoral que terminó por experimentar un organismo como el tricolor. Pero también está más o menos en la conversación pública el empeño de Moreno Cárdenas por seguir al mando del tricolor a través de lo que podría ser una insólita reelección.
Pero por eso dicen los tratadistas en la materia la política a la mexicana es como es. Y vaya que les asiste toda la razón. En ninguna otra parte, un dirigente partidista que acaba de perder de calle una elección de primerísimo orden, se presenta a su reelección en el cargo como si nada hubiera pasado en su feudo político. En realidad, lo que debió proceder después de la reciente elección, fue algo así como la tronante dimisión de Moreno Cárdenas.
Tal es el conocido tono surrealista de la verdadera política estilada en un país como el nuestro. Una política que ciertamente se aleja de toda comprensión lógica o simplista. No hay modo de acercarse a su entendimiento más o menos racional. Cuando lo que el PRI necesita en estos momentos (pero en calidad de urgencia dramática) es poco menos que una sacudida telúrica, más allá de afeites o maquillajes, resulta que su actual mando decide seguir siéndolo a través de la reelección.
Algo así como lo anterior no debería tener cabida en el camino inmediato del PRI, suponiendo que todavía disponga de alguno que recorrer en el ambiente político nacional. Parecería que el de hoy es el ocaso de los partidos políticos clásicos o convencionales existentes en un medio como el nuestro. Bien se sabe que el PRD cavó su tumba. Igualmente se sabe que PAN está tratando de recomenzar y volver a ser un tanto lo que fue. Y el PRI quiere hacer de cuenta que aquí no ha pasado nada y que basta con tomar un respiro para seguir como si nada bajo el mismo mando y sin atender (o entender) el lenguaje de las urnas expresado recientemente de una manera quizá pocas veces registrada hasta ahora en lo que concierne a su orientación partidista a favor de Morena.
A contracorriente de esa evidencia, el mando priísta actual pretendería expulsar del partido a personalidades como Dulce María Sauri Riancho, Pedro Joaquín Coldwell y Francisco Labastida Ochoa, y quizá quienes se acumulen entre hoy y mañana. Precisamente Joaquín Coldwell y Sauri Riancho pidieron al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación impedir la reelección partidista de Moreno Cárdenas. Es increíble que hasta a esos niveles de justicia haya llegado el asunto priísta.
Pero así están las cosas en el legendario partido tricolor, donde también el llamado Frente Amplio de Renovación Interna (FARI) exigió la renuncia del actual dirigente, con lo cual se impediría su reelección al frente del partido. Todo esto se calificaría como abrumadoramente en contra de Moreno Cárdenas, porque evidentemente lo es. Pero lo curioso es que, llegado el caso, nada de lo que se le objeta podría ser tan contundente para impedir su permanencia como jefe priista y estar allí de aquí a la eternidad.
Por lo menos tal es lo que postulan sus detractores. Aunque la tortuosidad política de este asunto se explica por sí sola. En un ambiente partidista sano y eficiente, el actual dirigente nacional del PRI debió dejar de serlo apenas se conocieron los resultados de las elecciones recién llevadas a cabo. En ese proceso están las más contundentes evidencias para dar por cierto que el liderazgo actual de ese partido no dispone de la menor eficiencia o capacidad para seguir al mando. ¿Por qué Moreno Cárdenas se empeña en ese propósito? La respuesta a esta pregunta encierra todo el drama existencial que hoy aqueja a un partido como el PRI.
armentabalderramagerardo@gmail.com