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Las Plumas

Sequía en Sonora

Jesús Huerta Suárez

Este trascendental asunto de resolver la escasez de agua en Cajeme y en Sonora, tiene muchos puntos de vista, pero lo más cierto es que exige una solución, de ser posible, definitiva, o, cuando menos, de largo plazo. En lo personal creo que es un grave problema el que tenemos a cuestas y que sólo se resolverá de manera razonada mediante el uso de la inteligencia, la ética y una visión de estado, por lo tanto, creo que es necesario analizar los diferentes puntos de vista de las instituciones, las autoridades y de los ciudadanos, sin olvidar que uno de los aspectos más decisivos en este tema, es que dependemos en gran medida de algo impredecible e imprescindible, como son las lluvias. Pequeño gran detalle que está fuera de nuestro alcance.

Es por lo anterior que me atrevo a comentar algunos puntos de vista muy diferentes entre sí, (arriesgándome al tan común linchamiento social, del cual ya he recibido muestras, de gente que cree que su opinión es un axioma indiscutible).

Puntos de vista:

El del católico: es el que piensa que el agua no tiene dueño y que hay que compartir, como lo haría el Señor.

El del regionalista: “El agua es nuestra y de nadie más; y háganle como quieran…y que ya dejen de seguir pensando sólo en Hermosillo, ese monstruo que no tiene llene”.

El de las autoridades estatales: “Con el Sonora SÍ los problemas de escasez del agua se van a resolver en todo el Estado. Con una batería de pozos en el norte del Estado estaremos captando toda el agua de las lluvias y deshieles y entonces no le faltará agua a la Presa del Novillo y por ende a Cajeme”.

El del existencialista: “Total, el que nada tiene nada teme. Si aquí no hay agua, me voy a donde haya”.

El del anti político: “No creo en las autoridades; sólo quieren quitarnos lo nuestro y hacer sus negocios sucios”.

El de los técnicos: Este se divide entre los que dicen que no pasaría nada si se destina un poco de los excedentes del Novillo para darle agua a la capital, y los que dicen que es un proyecto no viable por ningún motivo.

El del idealista: “Seguro lloverá mucho y nunca nos faltará el agua a nadie”.

El del soñador despierto: “El Phlino es la mejor solución”.

Los capitalinos: “Ya ni la chingan los del sur; cómo creen que sin agua en la capital se vendrán inversiones a Sonora”.

El del pro desaladora: “Con tanta agua en el mar qué le buscamos. Así le han hecho otros países, total ¿cuánto estamos dispuestos a pagar por el vital recurso?

Los renegados: “Pedir que no se lleven lo poco que tenemos en el Novillo es poca cosa; necesitamos soluciones a fondo, para eso se les paga”.

El escéptico: “20 mil personas en la marcha de 350 mil que somos, no es nada. Que hagan lo que les dé la gana, total, siempre nos chingan”.

El briago: “Nomás con que no se acabe la cheve”.

El oportunista: “En realidad me vale, sólo quiero votos cuando me lance de candidato o/y que me pasen la chamba”.

Y así podemos seguir, pero por ningún lado veo ni escucho quién hable de la cultura del cuidado y el uso del agua, en donde andamos por la calle de la amargura. No entiendo cómo es que si tanto nos preocupa el agua, como es lógico, no la cuidemos. Es también imprescindible que en la misma capital y demás ciudades del Estado, se tenga micro y macro medición del vital líquido, así como tuberías en buen estado, para evitar perder casi el 50% del agua en fugas. También es muy importante un cobro adecuado y oportuno de los servicios, así como el tratamiento, urgente, de aguas residuales.

Por supuesto que es urgente también la reconversión de cultivos; la desalación de agua de pozos de las costas y rezarle mucho a Tláloc, para que no nos olvide. De otra manera estamos condenados a convertirnos en un pueblo fantasma por la falta de agua o por la violencia que esto pudiera generar.

Tú, ¿qué opinas?

Jesushuerta3000@hotmail.com