Radiografía del delito

Entre enero y abril de este año, 13 de los 72 municipios de Sonora concentraron el 93.6% de la incidencia delictiva.


Según los datos de la Secretaría de Seguridad Pública, en Hermosillo se cometieron en ese lapso, dos mil 193 delitos; es decir, el 35.04% del total estatal, mientras que en Cajeme fueron mil 520, el 24.29%.



Otros municipios con números menores fueron Nogales, con 565; San Luis Río Colorado, 297; Agua Prieta, 292; Caborca, 260, Navojoa, 243; Huatabampo, 128; Guaymas, 112; Empalme, 83; Magdalena, 59, y Puerto Peñasco, 57.



En el resto de los municipios, en ese lapso se cometieron 398 delitos; es decir, el 6.36% del total.



No hay duda de que el listado de comunidades con homicidios dolosos, de enero a abril lo lidera Cajeme con 72, seguido de Hermosillo, con 53; Nogales, 29; SLRC, 23, Guaymas, 15, y Empalme, 11.



Otros municipios tienen de cinco hacia abajo, pero llama la atención que en robo de vehículos, también Cajeme supera al resto de los municipios, al menos en la tasa de por cada 10 mil habitantes, pues con 259 unidades birladas, llega al 5.51%, que supera la de 2018, en el mismo lapso, que fue de 3.85%, y la de 2017, que alcanzó 5.19%.



En realidad, fue en Hermosillo en donde más autos se robaron, con 356 y una tasa de 3.87%.



En Nogales, en el lapso que registra la dependencia, fueron 116 autos robados, con una tasa de 4.46 por cada 10 mil habitantes.



En robo a casas, Agua Prieta encabeza la lista con 68 incidencias denunciadas, mientras que en Obregón fueron 27 y 30 en Hermosillo.



En robo a comercio, de enero a abril de este año fueron reportados 96 casos en Cajeme, en tanto que en Nogales fueron 76; otros 36 en Navojoa; 25 en Hermosillo, y 10 en Agua Prieta.



Como se observa, el rostro que quieren dibujar las autoridades municipales en el sentido de que los delitos van a la baja en Cajeme, no puede sostenerse a la luz de los números oficiales.



Y eso que la gente ya no denuncia muchos robos a sus casas o a sus comercios. De existir una cultura de la denuncia, opacada por la desconfianza en las autoridades, las estadísticas fueran más estruendosas.



El Gobierno cajemense intenta llamar a la unidad, a la paz, pero habrá que pedirle primero que esas características las tenga al interior de su cuerpo de trabajo.



Con las declaraciones de regidores y el propio alcalde contra quienes los critican, definitivamente los convierte en candil de la calle y oscuridad de la casa.



Y si a eso se les suman las mentiras en cascada porque no fueron capaces de articular una rueda de prensa con todos los regidores, incluso del propio partido en el gobierno, pues nada bueno puede esperar la comunidad de un gobierno tambaleante y menospreciado por la mayoría antes de llegar al primer año de ejercicio.



En fin, o cambian o cambian. El barco de Sergio Pablo Mariscal Alvarado ya no tiene otra salida.


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