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Las Plumas

¿Qué haremos sin ellos?

Jesús Huerta Suárez

Está circulando en las redes sociales una pintura realizada en honor de los adultos mayores que han muerto durante la pandemia del coronavirus, en la que los protagonistas son los abuelos y los nietos que no pudieron despedirse por el mismo aislamiento en que hemos vivido. Dicha pintura del autor español Juan Lucena, se titula ¿Qué haremos sin ellos? La cual ha conmovido a miles de personas alrededor del mundo y ha recibido una multitud de reconocimientos. En la obra de tan solo 40 x 50 centímetros aparecen unos niños observando a los que serían sus abuelos caminando hacia el frente, pero los pequeños no pueden acercarse pues hay una división de cristal que no les permite avanzar, es una pared de vidrio, transparente, pues, pero pared al fin que separa.

El detalle está en que, entre muchas de las emociones y comentarios que esta imagen ha generado, está la siguiente que dice:

“Se está muriendo la generación de hierro, para darle paso a la generación de cristal”.

La generación que sin estudios educó a sus hijos. La que, a pesar de la falta de todo, nunca permitió que faltara lo indispensable en casa. La que enseñó valores; empezando por amor y respeto.

Se está muriendo la gente que enseñaba a los hombres el valor de una mujer y a las mujeres, el respeto por los hombres. Se están muriendo los que podían vivir con pocos lujos, sin sentirse frustrados por ello.

Los que trabajaron desde temprana edad y enseñaron el valor de las cosas, no el precio.

Mueren los que pasaron por mil dificultades y sin rendirse nos enseñaron cómo vivir con dignidad. Los que después de una vida de sacrificio y penurias, se van con las manos arrugadas y la frente en alto. Se está muriendo la generación que enseñó a vivir sin miedo.”

Y es cierto todo esto; yo recuerdo a mi propia madre que cada instante de su existencia se encargó de hacernos sentir que estar vivos era algo maravilloso, y a mi padre que con sus errores y defectos nunca nos golpeó o nos dio malos ejemplos, más allá de tomarse un trago de licor después de una larga jornada de trabajo. Unos padres que no cejaron nunca, nunca, de darlo todo por sus hijos, lo mismo que vi en muchos otros hogares, pero ¿qué pasó? ¿En dónde o en qué momento se rompió ese equilibrio que nos tiene ahora viviendo en un México violento, irrespetuoso, sucio, ignorante, dividido y tramposo?

¿Será que caímos en la trampa del consumismo, del nihilismo, del hedonismo, del mundo virtual, del conformismo, de la maldición de los partidos, del hastío de vivir, de la mediocridad? ¿Será que nos alejamos de Dios?... cada quien sabe, pero ¿qué haremos sin nuestros viejos?