¿Puede construirse la paz?

Hay estudios y cifras que hacen ver una realidad inocultable:


"México llega a la mitad de 2019 en niveles de violencia sin precedentes. En junio se contabilizaron 3 mil 80 nuevos casos de personas asesinadas, que sumados a los de los meses anteriores arroja un total de 17 mil 608 víctimas de homicidio y feminicidio en el primer semestre del año".

Para los expertos, se cometen 14 asesinatos por cada cien mil habitantes, lo cual significa un nuevo récord en al menos 22 años.



Y van más allá: entre homicidios y feminicidios en junio, se contabiliza un promedio diario de 102.6 asesinatos, casi similar a los 102.7 de febrero.



¿Qué ha pasado? ¿Qué mal ha cometido el pueblo de México como para que se haya llegado en el país a una tasa de homicidios y feminicidios mayor en 4.4% al mismo periodo en 2018?



Se sabe muy bien que la violencia no comenzó este año ni el pasado sino que se le vio llegar con mayor fuerza a partir de la guerra declarada contra el crimen organizado en el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa.



Algunos hablan de que el gobierno panista no logró conciliar con los malosos y otros señalan que en realidad sí se lograron acuerdos pero con un solo grupo para aniquilar a otros y que la danza de los millones de dólares inundó desde la base hasta la cúpula.



Uno, simple mortal, no puede menos que analizar los hechos al ver que el mes pasado se llegó a presentar en el país un total de tres mil 80 asesinatos, de los cuales 79 fueron contra mujeres.



A nivel local, las cifras también aumentaron. Ciudad Obregón en particular aportó una buena cuota de homicidios dolosos y el mes en curso no canta mal las rancheras a pesar de que se intenta por todos rumbos de tapar el sol con un dedo.



Ya no están los tiempos para eso. Y lo malo es que ahora muy poco pueden callar las autoridades porque las redes sociales divulgan en un segundo todo lo que se logra captar, a pesar de que nadie quiera ver masacres o asesinatos.



En la zona serrana, los habitantes están con bastante temor porque los malosos los tienen prácticamente encerrados en sus casas e incluso el sábado pasado algunas personas avisaban a los moradores de las comunidades que era mejor se encerraran.



Los soldados y policías estatales llegaron hasta el domingo a medio día, cuando todo prácticamente había pasado y se apostaba a que ningún medio de comunicación se había dado cuenta, pero no contaban que a través de celulares la gente relataba todo lo ocurrido.



Ya es hora de cerrar filas en torno a la lucha por la paz.



Tratar de simular que aquí no pasa nada ya no es buena estrategia. Por el contrario, es preciso que la población sepa a qué enemigo se enfrenta para, así, buscar la forma de evitar ser parte de las estadísticas.



Entre todos se puede trabajar por una sociedad más segura.



Todo es cuestión de que el gobierno y la gente trabajen de la mano, sin ocultarse nada ni proteger a alguien.


Sonora ya merece paz.

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