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Las Plumas

Prohibido llorar

Francisco Gonzalez Bolon

Mientras acudía a las instalaciones de la Fiscalía General de Justicia en Hermosillo para identificar los restos de su hijo, desaparecido hace dos años, Cecilia Delgado Grijalva, comenzó a llorar.

La pena de la madre, que se confunde entre las lágrimas de dolor y de felicidad, una doble conmoción en el alma por al menos haber encontrado a su ser querido, era no solamente natural sino evidente.

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Pero, como nunca falta un acomedido, un empleado de la Fiscalía le solicitó “no llorar” porque perturbaba a quienes se encontraban en el lugar e incluso podría llegar a ser oída por la propia Fiscal General.

En medio de su dolor, respondió que efectivamente lo que buscaba era ser escuchada, pues si bien se sabe que en la dependencia ha habido encuentros con los grupos de madres buscadoras, también lo es que existen desencuentros con quienes no piensan como los funcionarios.

Los apoyos de la dependencia no se brindan por igual sino que hay grupos a los que efectivamente se les respalda, pero a otros se les relega.

Solamente los funcionarios saben por qué hacen esas diferencias, pues es lógico pensar que no todas las personas van a pensar de la misma manera que ellos, pero sus responsabilidades oficiales les obligan a ejercerlas de manera equitativa con todos los sectores sociales.

La procuración de la justicia no admite, ni dilaciones ni inequidades. Lo mismo se debe llevar ante la justicia a quienes roban un lápiz que a quienes asesinan, con drogas o con balas, pero tienen mucho dinero como para escapar.

Delgado Grijalva quizá alcance un poco de paz ahora que los restos de su hijo han aparecido, pero su dolor seguirá por el resto de su vida y la labor de las autoridades es acompañarla mediante asistencia médica el tiempo que sea necesario y no dejar en el abandono este tema tan delicado para los sonorenses.

“Estoy super indignada porque quisieron callarme, un trabajador de aquí de Semefo, no sé de dónde salió y me dice que me calle porque voy a lastimar a la Fiscal con mi llanto, es increíble que me hayan querido callar por eso, perdí a mi hijo, recuperé a mi hijo, lo encontré en una fosa, de una manera lamentable.

“Es indignante esto la verdad, falta de empatía y solidaridad, que ella como mujer, no puede ser, no es su hijo, no le importa, pero es mi dolor, un dolor profundo que no se lo deseo a nadie, porque yo tenía la esperanza de encontrar a mi hijo con vida”.

Cualquiera con mediana inteligencia sabría entender que no era el mejor momento para tratar de evitar el llanto de una madre y por eso merece una disculpa de parte de quien intentó hacerla desistir de sus demostraciones de dolor.

Pero, al mismo tiempo, debe convertirse en el mejor pretexto para que la Fiscalía asuma un compromiso mucho más grande con las madres buscadoras de la entidad para no solamente ser receptora de cuerpos u osamentas, a fin de hacer pruebas de ADN, sino para disminuir en verdad el dolor de tantas familias por la ola de violencia.

Sonora merece ya tener paz.

Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx