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Las Plumas

Policía y elecciones

Policía y elecciones

Entre la gran cantidad de información vertida en las últimas horas sobre la jornada de votación de mañana, se encuentra una que genera cierto resquemor porque se trata de amenazas a la población, sobre todo a aquella que, a ojos de la policía municipal, pudiera parecer “sospechosa”.

Lo que causa “ruido” principalmente es que algunas autoridades quieren echar mano de las corporaciones policiacas para asustar a los votantes, lo cual se constituye en un problema social muy grave.

Por ejemplo, el Supervisor General de la Jefatura de Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Hermosillo, Jesús Alonso Durón Montaño, afirmó que “personas sospechosas o acarreadas que sean detectadas por elementos de seguridad pública municipal podrían ser detenidos y presentados ante la autoridad competente”.

O sea, los policías municipales se convierten en jueces y definen quiénes son sospechosos y quiénes no.

No es defendible el hecho de que habrá quienes quieran seguir a la antigüita con el uso de “mapaches” electorales o prácticas de compra de votos. Eso es un delito, aquí y en China.

Pero una cosa es detectar a los practicantes de esas ilegalidades y otra lanzar amenazas a la población a diestra y siniestra, como si todos fueran culpables.

El criterio dependerá, según mi corto entender, de qué partido provenga la autoridad municipal y por lo tanto habrá quienes en algunas comunidades  quieran detener a los del PRI o PAN y, en otras, a los de Morena.

No se trata, por supuesto, de ninguna novedad, pero es tiempo de poner un alto al uso faccioso de las corporaciones policiacas, que necesariamente deben ser neutrales en ejercicios como el de este 6 de junio, ya a la vuelta de la esquina.

Durante el gobierno municipal de Rogelio Díaz Brown Ramsburgh en Cajeme, el secretario de Seguridad Pública, Isaac Apodaca Lauterio, se convirtió en el gran elector, pues incluso llegó a decir que la vía pública era suya.

Y con una gran cantidad de policías recorrió todos los rincones del municipio y en las mismas patrullas se llevaron por algunas horas las urnas electorales de algunas secciones, que fueron llevadas hasta la madrugada al Comité Municipal Electoral, pero por supuesto ya rellenas de votos y eso permitió un fraude electoral que nadie quiso ver debido a los arreglos de las autoridades de aquellos tiempos.

En esa jornada electoral, por ejemplo, un grupo de policías energúmenos detuvo al equipo de Comunicación Social de un candidato y lo obligaron a entregar la unidad en que realizaban su trabajo y la cual fue devuelta hasta dos días después.

Ese tipo de ejemplos son los que deben estarse observando este domingo para evitar que los policías actúen en función de la autoridad municipal sino en cumplimiento de sus deberes de proteger a la población y su patrimonio.

Una corporación policiaca, federal, estatal o municipal, que sirve al partido en el poder se convierte en enemiga de la sociedad y en cómplice de atropellos a la voluntad ciudadana.

Ningún Presidente Municipal, Gobernador o Presidente de la República debe estar facultado para reprimir el derecho de votar libremente solamente porque le interesa mantenerse en el poder.

Porque así como el pueblo se encarga de elegirlos, así también existen ya los instrumentos para revocarles el poder, sobre todo si atentan contra la expresión genuina de una sociedad que quiere transformaciones reales y no solo de discurso.

Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx