Aunque a nadie sorprendió el aumento de la pobreza entre 2018 y 2020, reportado la semana pasada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la realidad es que al "desmenuzar" los datos, sí hay resultados que llaman la atención y vale la pena analizar.
Si bien la población en situación de pobreza aumentó a nivel nacional en 3.8 millones de personas en los últimos dos años, a pesar de la crisis ocasionada por la pandemia, en algunas regiones del país la pobreza disminuyó significativamente.
Tal es el caso de los estados de Sinaloa, Colima y Nayarit donde la población en pobreza se redujo entre un 8.0 y 13.7%, muy contrastante respecto al incremento nacional que fue de 7.3%. En el caso de Chiapas, Oaxaca y Guerrero prácticamente no hubo variación de este indicador.
En contraste, en Nuevo León, Baja California Sur y Quintana Roo la pobreza se disparó entre 33.6% y hasta un 63.4%.
Por otra parte, la pobreza extrema se disparó entre 189.0% y hasta un 211.4% en los estados de Quintana Roo, Nuevo León y Tlaxcala, mientras que disminuyó en Chiapas, Oaxaca, Colima, Guerrero, Veracruz y Nayarit. A nivel nacional, la población en pobreza extrema se elevó en 24.1% (2.1 millones de personas) de 2018 a 2020.
¿A qué se debe esta disparidad de los resultados? ¿Por qué estados dinámicos vieron fuertes aumentos en sus niveles de pobreza, mientras que entidades de alta marginación tuvieron disminuciones?
1. Los estados donde se redujo la pobreza general y extrema son también los mayores receptores de remesas enviadas por paisanos desde los Estados Unidos, las cuales han crecido a niveles récord de 40 mil millones de dólares anuales a pesar de la pandemia. También son las entidades más beneficiadas por los programas sociales del Gobierno federal.
2. En contraste, los estados que más elevaron la pobreza, son los que más dependen del turismo y algunos son incluso los más industrializados del país y, por lo tanto, tienen mayor población de clase media. Entonces, son entidades cuyos ciudadanos reciben en menor proporción programas sociales y remesas, y ante la falta de apoyos gubernamentales durante la pandemia, fueron los más afectados por la crisis en 2020.
Por otra parte, los datos de Coneval revelan que algunas carencias sociales se redujeron en los últimos dos años, a pesar del aumento de la pobreza, pero en cambio, otras se dispararon abruptamente en el peor momento.
Este es el caso de la carencia por acceso a servicios de salud que en 2018 afectaba a 20.1 millones de mexicanos y para 2020 es padecida por 35.7 millones de personas. Desde luego viene a la mente la desaparición del Seguro Popular para dar paso al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), cambio que dejó sin servicios de salud a una parte importante de la población.
También se incrementó el número de mexicanos en rezago educativo de 23.5 a 24.4 millones de personas y con carencia por acceso a la alimentación de 27.5 a 28.6 millones. En esto, la pandemia es sin duda el factor principal que agravó estos problemas.
En cambio, se redujo la población con carencias por acceso a la seguridad social, por calidad y espacios de la vivienda y por acceso a servicios básicos en la vivienda.
¿A qué conclusiones podemos llegar con todos estos resultados?
Primero, las remesas son clave para contener el aumento de la pobreza, pero faltan mecanismos o apoyos para evitar que trabajadores de clase media caigan en pobreza afectados por la pandemia.
Segundo, el sector salud y en especial el Insabi requieren de reformas urgentes y profundas para priorizar la cobertura universal de sus servicios, pues la salud es fundamental para asegurar una población sana, productiva y con menor riesgo de caer en pobreza.
Twitter: @gomezreyna