buscar noticiasbuscar noticias
Las Plumas

¿Para qué sirve un voladito?

Historias por Contar


Cierto o no, se han hecho muchos comentarios en relación a que la asignación de algunos legisladores en el Gobierno de Sonora, se ha resuelto en la suerte de un voladito, o también se ha decidido en la suerte del sombrero.

Así pues, los voladitos también sirven para otras cosas, aparte del entretenimiento.

El nombre de las calles en Cajeme, primeramente como pueblo, se hacía tal vez sin ningún sustento, sin pensar que este pueblo detonaría y se convertiría muy pronto en una gran ciudad.

Pasado el tiempo y ya algunos de sus gobernantes conscientes de que el nombre de algunas de sus calles no tenía ningún significado histórico o relevante, empiezan a darse cambios en sus nombres.

Una de sus principales calles, caracterizada por ser la más larga de la ciudad y hay quien dice que la más larga del mundo, Dios quiera no se le ocurra a algún funcionario municipal ponerle algún tope, en los primeros tiempos de Cajeme como pueblo se le asignó el nombre de Durazno. Al asumir la presidencia municipal el señor Matías Méndez Limón, quien en la historia el Municipio de Cajeme ha sido el alcalde más joven, al asumir esté recién cumplido los 26 años, propone al Cabildo sea cambiado el nombre de esta calle por el de Cinco de Febrero, como homenaje a la fecha en que se promulgó la Carta Magna, conocida también como la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

A Carlos Connat Maldonado, considerado como el padre de la irrigación en el Valle del Yaqui, la sociedad cajemense lo ha tratado mal. En la administración presidida por Abelardo Sobarzo, fue presentada propuesta de que a la calle Chihuahua se le impusiera su nombre, sin embargo en junta de Cabildo se acuerda que su nombre lo llevara la calle Doscientos. La fuerza política que representaban algunos líderes de aquella época, entre los que sobresalía Matías Méndez Limón, obligó a Cabildo a desistir de esas pretensiones. A mediados de los años sesentas, a una pequeña calle situada atrás del Teatro auditorio del Itson, se le impuso el nombre de Carlos Connat; sin embargo en la administración de Ricardo Bours se presentó propuesta de quitarle ese nombre y cambiarlo por el de Fraternidad.

En la administración del general Miguel Guerrero Verduzco, a propuesta de la maestra Josefina Arreola, haciendo el planteamiento que los nombres de las calles Cuchus y Saperoa no constituían ningún valor histórico, se determinó cambiarle a la de nombre Saperoa por el de Seis de Abril, en honor a la Batalla de Caborca y a la de nombre Cuchus por el de Jesús García, en honor al Héroe de Nacozari.

A propuesta hecha por el síndico municipal, se acordó cambiarle de nombre a la calle Xóchitl, por el de Nicolás Bravo y a la calle Tésamo por el nombre de Niños Héroes.

Siendo alcalde municipal el señor René Gándara, unos de los miembros del Cabildo, Atanasio Aragón, propone cambiarle el nombre a todos los callejones de la ciudad, asignándole en orden alfabético el nombre de los países de América Latina, partiendo del callejón ubicado entre las calles Miguel Alemán y Sinaloa por el de Argentina.

En esta misma época se empiezan a construir los edificios multifamiliares, como consecuencia de esto se daba continuidad a la calle París hacia el norte.

Es conocido que todo aquel que asume un Gobierno y la élite política que lo rodea, una de sus debilidades es de perpetrar sus nombres poniéndoselos a calles, plazas, jardines, o algo que los identifique con ellos; en cuanto a la prolongación de esta calle, se hace la propuesta de que lleve otro nombre y no el de París. Cuentan que el alcalde Rene Gándara y el licenciado Pedro Romero, cercano colaborador de él y hombre influyente en Cajeme, platican en cuanto al nombre que se le asignaría a esta importante arteria.

El alcalde René Gándara propone el nombre de Ures, ya que él había nacido ahí y la propuesta del licenciado Pedro Romero es de llamarle Sahuaripa, por ser él, oriundo de ese pueblo. En virtud de no ponerse de acuerdo para la asignación del nombre de la calle, consienten en que esto se decida a través de un “voladito”. Gándara escoge al “mono” y Romero al “sol”. El primero en lanzar la moneda al aire es Gándara. La suerte no favoreció a nadie porque la moneda cayó sin definir.

Luego el tiro fue para el licenciado Romero. Los dos alzaron su mirada, la suerte estaba en el aire.

Cuando la moneda cayó al suelo, cuentan que Gándara alegó que le habían hecho chapuza, pero que al final le dijo: Ni modo, que se llame Sahuaripa.