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Las Plumas

Padrés: el cinismo irremediable

El exgobernador de Sonora intenta venderse como víctima, al intentar reivindicarse como el "héroe incomprendido"


No se equivocan quienes sostienen que estamos viviendo tiempos canallas. Cursamos por un largo episodio de subversión ética. Hay quienes sostienen, no sin argumentos sólidos, que socialmente atravesamos por un periodo oscuro. Acaso a esto le apuesta el exgobernador de Sonora, Guillermo Padrés, cuando procura venderse como el “héroe incomprendido” y que la sociedad termine por juzgar sus documentadas villanías como acciones de un hombre que se presume victimizado, por llevarle agua a los niños que morían de sed en la ciudad de Hermosillo, con la construcción del Acueducto Independencia.

El sábado 17 de diciembre, un columnista nacional hace pública una entrevista que le hizo hace un año a Guillermo Padrés. Lo dicho por el exgobernador de Sonora y que el columnista mantuvo guardado, es parte de los persistentes esfuerzos de Padrés por reivindicarse como el político que también enfrentó a los intereses que se oponen a la transformación, al encarar a los poderes que supuestamente obstaculizaban la “solución” al problema del agua en Sonora.

A todo mentiroso desenfrenado le estorban las sutilezas. Padrés, no recurre a las medias verdades, todo lo que dice en la entrevista, son mentiras completas. La madre de todas ellas, es argüir que el presidente Enrique Peña Nieto quería cancelar el Acueducto Independencia, y en tanto que él procuró el “beneficio” de los hermosillenses con esa obra, por eso lo encarcelaron. Peña Nieto nunca se comprometió a cancelar la obra, dijo que al respecto respetaría las disposiciones judiciales y el estado de derecho. Cosa que nunca cumplió y pasó a ser un cómplice de los atropellos de Padrés y de Felipe Calderón, como ahora lo es el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Desde diciembre del 2018, a unas semanas de iniciado el Gobierno de López Obrador, Padrés, desde la prisión donde permanecía acusado por los delitos de corrupción, lavado de dinero y defraudación fiscal, graba un mensaje dirigido al presidente, en el que se declara preso político y le pide al nuevo Gobierno que detenga la represión y la persecución en su contra orquestada a su decir por el “viejo régimen represivo y autoritario”.

En ese momento, Padrés veía a los políticos de otros partidos, que teniendo antecedentes penales o de corrupción, al reconocerse en la Cuarta Transformación y emigrar a Morena, pasaban por una especie de umbral en el que se les perdonaban todas sus faltas y eran recibidos como corazones arrepentidos. La petición al presidente tenía el anticipo de que una buena parte del establo padrecista del PAN en Sonora ya había emigrado a Morena, pasando a hacer equipo en la campaña electoral del ahora gobernador Alfonso Durazo Montaño.  No entraron a barrer oficinas, lo hicieron adquiriendo las principales candidaturas a puestos de elección popular en las que destacó la alcaldía a la Ciudad de Hermosillo, lograda por Célida López quien se mantiene con una Secretaría en el gabinete de Durazo Montaño.

Bajo estas condiciones, Padrés, logró la libertad bajo fianza y en esa forma continúa su proceso. Pero procura la absolución para recuperar sus derechos políticos. Lo irónico del caso es que lo pretenda hacer justificando la construcción y operación ilegal del Acueducto Independencia, obra motejada como el monumento a la corrupción, y en la que para imponerlo, usó el poder en forma arbitraria, abusiva y prepotente; ejerciendo la persecución política, la represión, así como el encarcelamiento y exilio forzado de ejidatarios y de  voceros de la tribu yaqui que mantienen su oposición a los desvíos de las aguas del Río Yaqui para otro uso y destino al contraponerse a lo dispuesto por el decreto del presidente Lázaro Cárdenas.

La nueva lanzada mediática de Padrés, es porque siente que la operación ilegal del acueducto y el cúmulo de atropellos cometidos en torno a su imposición, han sido lavados con los poderes mágicos de la palabra presidencial y de la Cuarta Transformación. Su confianza crece junto con su cinismo, más cuando el presidente se ha mostrado sordo ante las advertencias de que dicha obra ocasiona daños irreparables en el territorio de la tribu yaqui y sobre la producción de alimentos en el sur de Sonora.

Hechos técnicamente documentados, y más en el reciente periodo de sequía, cuando al momento de ponerse en riesgo las extracciones del acueducto sobre el sitio de la presa Plutarco Elías Calles (parte media de la Cuenca del Río Yaqui), las autoridades estatales y federales decidieron arbitrariamente subir los almacenamientos de dicho embalse para darle certeza a la operación del acueducto y asegurar los trasvases, sin importarles las afectaciones sobre la parte baja de la cuenca donde se ubica el pueblo yoreme y la producción de granos básicos del Valle del Yaqui. Esto demuestra la inviabilidad técnica del acueducto y su inoperancia social y económica.

No se le puede exigir racionalidad y mesura a Guillermo Padrés, pero el Gobierno de Alfonso Durazo y de López Obrador no deben de continuar en la misma ruta que ha dividido a Sonora, con una política hídrica moldeada en los axiomas económicos del neoliberalismo, aquel que se conforma en la escasez del recurso para especular y usarlo en razón de su tasa de retorno monetario sin valorar las afectaciones sociales y el deterioro económico de tales políticas. Tampoco le deben de apostar a la rendición de quienes se han opuesto a tales políticas, y han planteado alternativas programáticas diseñadas en torno al principio elemental de que Sonora requiere más agua con proyectos como la desalación y el Plan Hidráulico del Noroeste (Plhino).

Ciudad Obregón, Sonora 21 de diciembre de 2022