Si unidos va a ser muy difícil sacar a México de la barranca en que se encuentra, ¡imagínate divididos!; divididos, así como estamos, creo que será imposible lograrlo. Y nadie puede negarlo, los mexicanos andamos mal y parece no verse la luz al final del túnel. ¿Hasta cuándo será la salida de este gris laberinto? Puedes verlo, o quizá no, pero nuestro pueblo está herido de muerte; la sangre corre cada vez más por las calles de esta gran nación que ha sido pisoteada por propios y extraños desde hace siglos. El dolor y la muerte han sido nuestros fieles guardianes y han servido de guarida para millones que cada día están más lejos de las oportunidades de educarse, de prepararse para desempeñar un oficio, de viajar, de acceso a la salud y de tener una familia soportada en el amor y el entendimiento. Somos cada día más tercer mundo y menos libres; estamos tristemente atados a la deshonestidad de la mayoría de nosotros. Estamos atrapados en nuestro odio y rencor hacia todo. Al miedo, la envidia y la falta de esperanza. Hemos perdido el respeto por todo empezando a nosotros mismos; Tenemos sobrepeso, diabetes, adicciones. Ahora, no solo la educación se ha ido al traste, ahora también las escuelas están en el olvido por todos, y están siendo agraviadas mientras el Gobierno tira el dinero a puños en sueños guajiros sin pies ni cabeza y, si te atreves a criticarlos, un montón de fanáticos te atacan sin piedad enarbolando su fe ciega. El panorama luce sombrío y es distorsionado por su nefasta clase política que por años no ha hecho más que daño a esta gran nación, cuna de aztecas, mayas, tlaxcaltecas, zapotecas y otras civilizaciones que brillaron con luz propia.
No es que me sienta derrotado, ni que mi vida sea un mar de tristeza, pero no podrás negar que nuestra personalidad se ve reflejada en todo: desorden, suciedad, rotura, tranza, vandalismo, violencia, aburrimiento y decepción con lo que ganamos por nuestro trabajo, pero... ¿Qué podemos hacer para salir de este gris laberinto?
Valorar nuestra vida; perdonarnos a nosotros mismos y entender que todos los mexicanos somos uno mismo y que solo unidos con una visión clara de lo que en verdad necesitamos y trabajando con ahínco y pasión, lograremos crecer juntos para ser el nuevo México que dice adiós a su pasado trágico.
Ser el pueblo que entiende que la belleza y bondades que esta tierra y su gente nos brindan, son mayores que la maldición que parece cernirse sobre nosotros y que no nos deja progresar ni entendernos; se trata de ser héroes de nuestras propias vidas y aprovechar nuestra creatividad e imaginación para dejar de ser víctimas y vernos como un pueblo único y perfectible. ¡Urge o el cambio no lo verán tus ojos!