La renovación en los seres humanos nos ha permitido atravesar el arduo y sinuoso sendero del progreso desde que el hombre pisa la tierra.
La capacidad de renovarse se ha convertido hoy en día en una necesidad primordial si se quiere vivir en un mundo repleto de competencia y amenazas que nos obligan a estar preparados ante la dificultad y, tener la disposición de adaptarnos y renovarnos ante la adversidad.
Tal es la situación actual del régimen denominado como "4T" encabezado desde la autoridad moral por el presidente Andrés Manuel López Obrador, el cual, nunca contó dentro de sus cálculos con las complejas externalidades que se la han presentado a lo largo de su primera mitad de mandato.
Dichas externalidades que estaban fuera de la cuenta de todos los mexicanos han puesto en jaque a más de 100 millones de mexicanos, solo que, de esos, solo uno es el presidente y las decisiones que habrá de tomar, tendrán efectos considerables en la vida de los mimos.
Más de allá de un simple de debate de si, estamos a favor o en contra del proyecto de López Obrador, lo cual no ayudaría en gran cosa, se debe reconocer que el Gobierno encabezado por Andrés Manuel no pasa por su mejor momento, ya que, como todos nos podemos dar cuenta, a una gran esperanza es inevitable que le siga una desilusión, debido a que el Gobierno no puede darle gusto a todos, por el simple proceso de tomar decisiones, de igual forma, los agravamientos en los sectores de salud y seguridad van en aumento, lo que ha provocado que sus índices de popularidad hayan bajado de manera considerable.
Ante esta coyuntura, el destino de una nación depende en gran medida, de la capacidad de tomar decisiones de un hombre que nació destinado al poder, una persona que luchó durante toda su vida para llegar al lugar donde está, es el momento que el presidente y su corrillo se pongan el traje y comiencen a tomar en serio la situación que está atravesando el país.
A nadie nos gusta darnos cuenta de que nuestras ideas no son las indicadas, más aún cuando se encuentra encumbrado en el poder en cualquier ámbito, es por eso de la dificultad para el presidente de tomarse un respiro y escuchar al país para actuar en consecuencia.
Las circunstancias así lo exigen, en aguas tranquilas quizá nada de esto fuera necesario, es la hora de que López Obrador demuestre al país que está preparado para renovarse si es necesario con acciones que revelen su capacidad de autocrítica y mejora, dentro de la ruta hacia la transformación prometida del país.
No es algo de otro mundo, presidentes contemporáneos como Emmanuel Macron en Francia, y el propio Donald Trump en Estados Unidos han tenido que rectificar sobre la marcha haciendo cambios sustanciales en políticas públicas y ajustes en su gabinete cercano para hacer frente a externalidades que amenazan la estabilidad y gobernabilidad de su país, en las siguientes semanas habremos de darnos cuenta de que esta hecho el presidente, o se convierte en un verdadero estadista, o se transfigura en lo que juro destruir.
Para esto, una sociedad responsable habrá de premiar o castigar esa decisión en las urnas.
"Ningún mar en calma hizo experto a un marinero".
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