Las tareas de la CNDH
Legisladores y alcaldes
Sin duda porque es el momento más indicado y oportuno para decirlo, en tanto que está por iniciar un nuevo ciclo de actividades bajo su actual mando o con uno distinto, han trascendido diversos planteamientos sobre el modo en que debe cumplir sus tareas un organismo como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. En esencia, lo que básicamente se ha planteado es que esas tareas deben acercarse a los ciudadanos.
Así de simple o así de complicado. Se espera que la o él próximo titular de la CNDH no ejerza su cargo detrás del escritorio y se acompañe de las voces de organizaciones sociales y de las propias instituciones del Estado para cumplir con su labor. Tal es una síntesis de lo que han planteado aspirantes a ocupar el mando de ese organismo. Señalaron que deben activarse vinculación, diálogo y cooperación con otras entidades que buscan hacer cumplir los derechos humanos.
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En realidad, ya se produjo la última ronde de comparecencias por parte de quienes aspiran a la presidencia de la CNDH, las cuales se llevaron a cabo en el Senado de la República. La actual titular de este organismo, Rosario Piedra Ibarra, termina su gestión en la primera quincena de noviembre. Pero aspira a repetir en el cargo, lo cual no es improbable. Aunque no deja de señalarse que Nashieli Ramírez Hernández, quien preside la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, tiene muchas posibilidades de asumir la responsabilidad nacional en la materia. No puede ignorarse que la gestión de Piedra Ibarra ha sido cuestionada en muy diversos tonos. Senadoras y senadores tendrán la última palabra al respecto.
Vale recordar que al penalista Juan Velásquez, recientemente fallecido, se le conoció también como "el abogado del diablo" e igualmente como "el abogado de los ex presidentes". Fue un buen hombre de leyes y de trato accesible que no eludía la conversación. Se desempeñó como maestro de la Facultad de Derecho de la UNAM. Tenía presencia en medios de comunicación.
Como es natural, no dejan de llamar la atención las dos singulares o curiosas identificaciones que le fueron propias. Porque no ha de ser fácil ostentarlas. Quien las posea debe ser alguien un tanto fuera de serie. Toparse con el diablo, o si se quiere con ciertos ex presidentes mexicanos de talante un tanto especial, necesita sin duda igualmente de un modo de ser muy propio de quien asuma ese trato. El abogado Juan Velásquez lo hizo y salió bien librado de la relación profesional que pactó con personajes políticos de muy alto nivel. Por lo menos así fueron considerados en su momento, porque sin duda lo fueron.
Dos de los personajes defendidos por el abogado Juan Velázquez fueron los ex presidentes Luis Echeverría Álvarez y Carlos Salinas de Gortari. Al primero se le acusó durante el gobierno de Vicente Fox por los hechos del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971. Salinas fue señalado por la devaluación de 1994. Otro caso que atendió tuvo que ver con el ex presidente José López Portillo. ¿Todos personajes muy poderosos? Pues sí. Opinó al respecto el mismo abogado Juan Velásquez: "No defiendes al Diablo. Defiendes a personas acusadas, muchas veces inocentes. No son ni mejores o peores que los demás". En una entrevista dijo: "El Estado acusa y tu defiendes..." Buen tipo.
¿Ante un cercano adiós? Los cargos de legisladores y presidentes municipales son los únicos que es posible someter a un mecanismo de reelección. O fue, mejor dicho. Es así porque ese mecanismo político está prácticamente en camino de ser eliminado. Cabe asumir que a partir del venidero 2030 ningún puesto de elección popular estará sujeto a reelección.
Así lo dispondrá una iniciativa que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo enviará el año venidero al Congreso de la Unión. Lo hará con dos propósitos: eliminar la reelección electoral que existe hoy y el nepotismo. Este es un tema que surgió desde la campaña electoral. Cabe señalar que ese propósito fue bien saludado por el grueso de la opinión pública.
La reelección de legisladores y alcaldes no fue algo que calara hondo en el ánimo ciudadano. Ocurrió así a total contrapelo de lo que llegó a pensarse podría significar la posibilidad de que diputados, senadores y alcaldes repitieran estancia en esas posiciones. Podrá decirse que esta fue una medida que no tuvo mayor hondura social o política, lo que acaso resulte mucho decir. Por eso se quedará sin vigencia.
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