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Las Plumas

Lamarque: ¿seguirá en la burbuja rosa?

Estadísticas oficiales arrojan menos hechos delictivos, pero muchos crímenes no son denunciados por temor a alguien coludido con el mal

Francisco Gonzalez Bolon

A menos que quiera ganarle a Sergio Pablo Mariscal Alvarado en las mentiras, el alcalde Javier Lamarque Cano ya no tiene la voz completa para decir que los delitos van a la baja en Cajeme.

Lo sucedido el fin de semana con su hijo, necesariamente tiene que hacerle entender al presidente municipal que no se vale vivir en una burbuja rosa a través de la cual en la calles ya no hay peligro, los servicios públicos funcionan a las mil maravillas y los ciudadanos todos tienen empleos bien remunerados.

Se vale decir, sí, que hay menos hechos delictivos porque en las estadísticas oficiales se han dado sus mañas para que no cuenten muchos delitos con su nombre real sino con otros y eso de alguna manera reduce los números de cada casilla. Por ejemplo, los feminicidios que no son catalogados como tales.

Pero para infortunio de las autoridades, la realidad es otra. Todos los días se sabe en las colonias de robos, del muchacho drogadicto que se mete a las casas de los vecinos a bajarles lo que encuentre fuera de su lugar para ir y venderlo por drogas.

Y esa no es percepción. Es lo que vive cada ciudadano, pero que muchas veces ya ni se denuncia por muchas razones, entre ellas por temor de que la acusación caiga en manos de un policía o integrante de la Agencia del Ministerio Público coludido con el mal y quien tiene que pagar es la víctima mientras el delincuente sigue en las calles sin que alguien  lo atrape.

Sí se ha visto en los últimos días que han sido detenidos algunos delincuentes, de escasa monta si usted quiere, pero finalmente son algunos “generadores de violencia” menos en las calles, así como armas, drogas, vehículos y otros artículos usados para delinquir.

Eso no se va a negar. Pero se trata de una de cal por las que van de arena porque todavía son miles de desaparecidos, miles de muertos, muchos secuestrados y un sinfín de familias huérfanas a las cuales el Estado ni siquiera voltea a verlas para darles asistencia psicológica, que mucho se necesita en esas circunstancias.

Todos los días, los habitantes del Valle del Yaqui al oscurecer tienen que quedarse dentro de sus casas porque se corre el riesgo de que los maleantes los agarren contra ellos, quizá adrede o bien por equivocación.

Lo cierto es que la muerte y los delitos rondan en las  comunidades rurales de Cajeme, pero sobre todo en aquellas poblaciones de la sierra de Sonora que deben soportar las incursiones de los delincuentes que ingresan de Chihuahua.

Y lo hacen a plena luz del día ya, sin importarles si sus víctimas son culpables o no de algo, pero que solo por atravesarse en el lugar y la hora incorrectos, se vuelven parte de las estadísticas de las cuales no quisiera uno ser parte nunca.

Como los jóvenes despojados del vehículo en la zona del Dique 10, pues, cuyo único error fue estar en una zona despoblada sin presencia de la Policía a pesar de que las autoridades saben muy bien que se trata de un área muy concurrida, sobre todo los fines de semana.

Dicen que hasta cuando a uno de casa le toca vivir un suceso de esta naturaleza, es cuando uno ya no puede decir “se están matando entre ellos” puesto que se sabe bien que cualquier ciudadano puede ser ya presa de algún malviviente.

Esa actitud es la que debe adoptar el Presidente Municipal. Ya no son sucesos lejanos de los cuales puede opinar con sangre fría y hasta adoptar la actitud de que se cree las estadísticas que sus subalternos le hacen llegar. La delincuencia ya ha tocado su círculo íntimo.

Y eso ya es palabra mayor.

Comentarios: franciscogonzalez.bolon@gmail.com