No hubo mejor manera de conmemorar la Libertad de Expresión que la manifestación libre de los sonorenses y los mexicanos en las urnas.
Este 7 de junio, pudimos darnos cuenta de que las instituciones electorales, el INE y el Instituto Estatal Electoral en Sonora, funcionan de manera organizada y con eficiencia en sus tareas, por lo cual debe venirse abajo cualquier intento de desaparecerlos. Mejorarlos, sí; quitarlos, no.
Votaron 93 millones de personas que en su conjunto determinaron muchas acciones que quienes están en el poder deberán seguir al pie de la letra, como por ejemplo respetar la autonomía de los poderes Legislativo y Judicial, que no deben ser sus lacayos sino su contrapeso.
Por lo tanto, hacer cambios constitucionales para cualquier gobernante deberá concretarse a través de un amplio diálogo con todas las fuerzas políticas y no de manera unilateral porque solamente cuando entre todos se analizan los pro y contras de una idea, se puede llegar a la mejor decisión.
Es cierto que el partido oficial de hoy, Morena, ganó en más gubernaturas, pero eso no lo vuelve invencible como en su momento creyó serlo el PRI.
Y el resto de los partidos tienen que analizar a conciencia por qué la sociedad no les da la victoria. En el caso de Sonora, por ejemplo, requiere un estudio serio el hecho de que el partido hacia el cual la sociedad volteaba para castigar al PRI era el PAN.
Ahora, la marca Morena capitalizó las inconformidades de los ciudadanos, que no quieren saber nada del llamado Prian, a pesar de que en esta ocasión tuvo mejores candidatos que en el pasado, como por ejemplo Ernesto Gándara Camou, en Sonora, o Anabel Acosta Islas, en Cajeme.
A ambos, la marca pesó mucho en su camino hacia las elecciones del domingo. PRI y PAN son siglas de las cuales la sociedad está harta y no se ve que sus actuales dirigencias quieran cambiar el sentido de atención a la gente para revertir su mala imagen, pero sobre todo las malas conductas de algunos que dañan a la estructura total como partido.
Ayuda también a Morena el hecho de que desde el gobierno se diseminen apoyos para "los pobres", en una demagógica tarea que solamente tiene tintes electorales y que puede compararse con la vida deportiva de un boxeador, al cual cuando está en la cima de su carrera, con muchos títulos y mucho dinero, le sobran "amigos", pero cuando cae en desgracia no tiene la visita de ninguna de ellos. Eso puede pasar si se gastan el dinero público y el país no tiene la fuerza económica suficiente para asimilar esos egresos millonarios.
¿Qué va a pasar ahora con partidos como Fuerza por México, Redes Sociales Progresistas o Encuentro Social? No les alcanzó en Sonora ni para diputaciones, aunque quienes lo representaron en la búsqueda de la gubernatura no tienen de qué preocuparse porque seguramente estarán en el gabinete estatal.
En suma, el proceso electoral deja grandes lecciones. Asimilarlas y asumirlas como una vía para alcanzar un espectro político mas sano y competitivo es tarea no solamente de los partidos políticos sino de la sociedad entera.
Asumir cada quien su tarea debe ser el reto, pues de otro modo nunca se va a superar esa apatía para participar como ciudadanos en el quehacer público. Y volverán a ser electos, los mismos de siempre.
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