Las Plumas

La licencia de García

Ebrard es opción externa

La licencia de García

Como pocas, la gubernatura de Nuevo León es una de las más codiciadas políticamente por quienes se sienten con espolones para ocuparla. Sorprende por eso que su actual ocupante haya tomado aprestos para abandonarla, según él temporalmente.

De nuevo los frentes políticos del país retoman los bríos que parecían haber extraviado en los días recientes. Sobran las razones que justifican esta apreciación. Es así en principio porque finalmente el gobernador de Nuevo León planteó la solicitud de su licencia al Congreso local de su entidad.

Y con ello bastó para que una vez más los bríos presidenciales sucesorios se alborotaran en el graderío. No tanto porque la personalidad de Samuel García sea un tanto galvánica o tumultuosa. Es más bien porque el graderío político (por decirlo así) está la espera de los acontecimientos respectivos von miras a la próxima sucesión presidencial.

Tal es un asunto que normalmente suele generar una explicable atención pública, así disten todavía en el horizonte los tiempos respectivos que formalizan ese proceso. El caso es que Samuel García ya dio el primer paso para dejar una de las gubernaturas del país políticamente más codiciadas. Aunque todavía no es un hecho que vaya a quedarse con la candidatura de que se habla por parte de Movimiento Ciudadano.

Por lo visto, allí eventualmente no las tendría todas consigo. Como bien se sabe, legisladores de tres partidos (PAN, PRI y PRD) han hecho saber que, si García quiere ser candidato presidencial, deberá renunciar definitivamente a la gubernatura, ya que tales bancadas opositoras no le concederán licencia alguna. ¿Más claro ni el agua? Pues sí.

Bien puede pensarse que Samuel García se quiere pasar de listo. Y es que la licencia que pretende obtener es por ¡seis meses! Es decir, medio año. Ni más ni menos. Uno ignora qué habrá dicho este personaje a lo largo de su campaña. Pero seguramente debió manejar el “rollo” de que siempre estaría al pie del cañón de las necesidades del estado y sus necesidades.

Y hoy se quiere alejar por medio año de la gubernatura de Nuevo León. Surrealismo puro, dicho sea amablemente. Lo que tendría que hacer este personaje es plantear su renuncia definitiva a la gubernatura y dejarse de acrobacias o malabarismos políticos. Curarse en salud, como lo pretende, es lo más fácil del mundo.

Pero al final no deja de llamar la atención la clase de buenas “chambas” que hay en la política a la mexicana. Sólo así es posible entender que alguien resuelva alejarse de su trabajo (así sea éste una gubernatura estatal) y regresar seis meses después como si nada. Normalmente hablando, si alguien es capaz de alejarse medio año de su particular empleo, y regresar como si nada a reanudar sus labores, es que de plano resulta totalmente prescindible en términos rigurosos o simplemente laborales.

En lo inmediato debe reconocerse que son otros los problemas del todavía gobernador de Nuevo León. Acaso el más filoso pueda ser el representado por Marcelo Ebrard. Sorprende que el ex canciller (que de ingenuo no debe tener nada) todavía siga creyendo que podría ser candidato presidencial en un partido como Morena. Se antoja difícil o imposible asumir esta presunción, pero por lo visto Ebrard no tiene ningún problema para asumir que allí podrían dar marcha atrás con la decisión que favoreció a Claudia Sheibaum.

La verdad es que, mientras no se demuestre lo contrario, ni de broma podrá ocurrir lo que se plantea en los renglones inmediatamente anteriores. Lo que llama la atención es que Ebrard dijo una vez que sí estará en la boleta electoral del año entrante. Pero no reveló las siglas partidistas que lo acompañarían. Todavía no lo hace, con lo que, por supuesto, demuestra que no tiene mayor prisa al respecto.

El problema es que a lo mejor muchos simpatizantes suyos no están dispuestos a esperar que zanje su pleito con Morena, el cual, a ojo de buen cubero, se antojaría irremediable. Circunstancias como éstas son las que hacen suponer que a Ebrard no le queda otro destino partidista más que el representado por Movimiento Ciudadano, donde al parecer le aprecia bien. O por lo menos esto es lo que cabría suponer.

Aunque cabría decir que, hasta donde se infiere que a Samuel García no le simpatiza mucho la idea de que Ebrard se acerque a Movimiento Ciudadano. Las razones son obvias. Pero Dante Delgado saltó a la palestra para aclarar las cosas. Dijo: García sería la opción interna y Ebrard la externa. Muy bien. A eso se le llama despejar dudas. Estos políticos…

armentabalderramagerardo@gmail.com