En las próximas horas, el presidente Andrés Manuel López Obrador estará en Sonora, dentro de una gira de trabajo que incluye a otras entidades cercanas.
AMLO estará en eventos oficiales como la visita a la presa Pilares, en Álamos, y quizá el evento más esperado por muchos, debido a las expectativas que ha creado: un encuentro con la Tribu Yaqui, supuestamente para aplicarle un plan de justicia.
A la mayoría de los indígenas la noticias sobre la restitución de agua y territorio le ha parecido algo así como algo imposible de alcanzar, pero hay otros que creen en verdad en la palabra presidencial, pues consideran que tienen más de 100 años a la espera de justicia.
A juzgar por la historia, nada mejor que cumplir el añejo reclamo de una comunidad indígena que, a pesar de haber llegado mucho antes a esta región que quienes por años los han dañado, ha sufrido el despojo, la extradición y hasta la discriminación de quienes deberían ser sus principales aliados.
Para muchos, los yaquis son unos borrachos a los que solamente les importa recibir dinero del gobierno. Pero yo he conocido a integrantes de esa comunidad, y creo son mayoría, que se dedican al trabajo honrado para ganarse el pan de cada día, sin importarle quién esté en la silla presidencial.
Por ello es preocupante que a unas horas del arribo del Presidente de la República hagan su aparición inconformidades en torno al plan de justicia que supuestamente traerá para los indígenas.
Una de esas quejas parte de la comunidad Buenavista, cuya directiva ha expresado su preocupación por las recientes incursiones de yaquis armados hacia sus 30 mil 600 hectáreas, en gran parte de agostadero, bajo el argumento de que les corresponden 11 mil hectáreas de esa población fundada en 1617.
Aunque inicialmente se les dotó en 1952, cuando Miguel Alemán Valdez era presidente de la República, de 40 mil 139 hectáreas, a Buenavista se le han cercenado nueve mil 397 hectáreas para la construcción de la presa Álvaro Obregón y otras 200 para canales de riego.
Por lo tanto, en una carta enviada al Presidente de la República, le solicitan que no vayan a estar esas 11 mil hectáreas de que hablan los indígenas, en las negociaciones actuales para restituirles sus linderos.
Se acabarían, de seguro, al suceder una acción así, las fuentes de trabajo de pequeños ganaderos, agricultores, pescadores, pensionados y estudiantes que forman parte de esta comunidad histórica.
"Con la plena seguridad de que nuestra petición será tomada en cuenta, sabedores de que usted es una persona HONORABLE Y HONESTA, pero sobre todo que no le gustan las injusticias, por eso no nos queda la menor duda de que nuestra petición será resuelta a nuestro favor porque estamos amparados por la ley", dicen los comuneros al Presidente.
Y el otro lado de la moneda es un escrito yaqui:
"Desde hace muchos años los yaquis han esperado un presidente que haga justicia y reconozca los reclamos del pueblo yoreme. Participar en la revolución y esperar que los pactos hechos por participar se cumpliesen, han sido por mucho tiempo una esperanza y una lucha. A más de 100 años de haber pasado la revolución, a los yaquis no se les olvida. Gracias al legado oral que practican, el reclamo se ha ido pasando de generación en generación, y cuando inicia un gobierno federal es la principal petición que se le hace: restitución de las tierras despojadas, el agua del río Yaqui y un plan de desarrollo".
Ojalá y en nombre de la justicia no se vayan a cometer injusticias.
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