buscar noticiasbuscar noticias
Las Plumas

Instituciones y construcciones

Historias del Mayo


Felipe Gutiérrez Millán

Parte IV

Centro Escolar Talamante. - La historia de la Escuela Oficial para Varones, que después se llamaría Escuela Talamantes (in memoriam de don Severiano Talamante y sus hijos, Arnulfo y Severiano, fusilados en Sahuaripa en 1911) es muy interesante y llena de datos curiosos. Inició sus clases en 1916 siendo presidente municipal el C. Demetrio Esquer y para ello se rentó una casa en la esquina de las calles Guerrero y García Morales.

Como el local era insuficiente se hicieron unas ramadas donde impartían las clases las hermanas maestras Dolores y Esperanza Chávez, además de Leonor Venegas y Heroldo Bórquez. Según testimonio del profesor Leonardo R. Magaña, publicado en el periódico “X Y Z” el 15 de febrero de 1980, en una ocasión estando formados para entrar a clases los alumnos de primer año, los techos de los “ramadones” se desplomaron. (Navojoa, cronología y testimonios II, 1915-1935. Manuel Hernández Salomón).

Sin embargo, las condiciones desfavorables permanecieron por tiempo prolongado y en una visita a esta ciudad, el gobernador Interino Flavio Bórquez (1920-1921) asistió a un conocido centro de reuniones de ese tiempo, llamado El Furgón, donde un grupo de amigos le pidió apoyo con recursos económicos para construir un edificio adecuado para esa escuela. Estas personas eran José Aurelio Ross (dueño del establecimiento), Jesús María Tena y Poncho Félix, entre otros.

Flavio Bórquez era oriundo del Quiriego, Sonora y había sido comerciante en Pueblo Viejo durante varios años y regidor en 1909, pero no le fue posible brindar esa ayuda monetaria a través del presupuesto estatal, sin embargo, les ofreció enviarles ayuda con recursos provenientes de Cananea y en tanto los enviaba ordenó el proyecto de construcción al ingeniero Manuel Larios y, posteriormente, al entregar la cantidad de $50,000 nombró encargado de la construcción al propietario del Hotel Valenzuela, señor Carlos Y. Valenzuela, y como maestro de la obra al contratista Ramón F. Gerardo.

Los recursos no fueron suficientes por lo que el 27 de julio de 1921 un grupo de vecinos de esta ciudad le dirigió una carta al presidente de la República Álvaro Obregón Salido solicitándole apoyo para seguir los trabajos y concluir la construcción de la escuela. Los firmantes fueron José Aurelio Ross, Carlos Y. Valenzuela, Carlos Valenzuela Samaniego, M. G. Sepúlveda, Francisco Lagarda, Bernardo Bravo, Ramón P. Gil, Francisco Trasviña, Raúl E. Montaño, J. M. Talamante, Joaquín Ruy Sánchez, D. Zamora, Carlos R. Bórquez, Manuel J. Félix, Luis Yépiz, M. J. Fox, Jesús E. Almada, D. Sañudo, Pascual Mange, J. Ma. Tena, C. Urbina, Felizardo Salido, Manuel R. Vargas, J. Ramón Coronado, José Ma. Duarte, Leonardo R. Magaña, y otras firmas ilegibles. (según consta en el Archivo General de la Nación, Registro 816-N-8).

Nueve días después llega la respuesta favorable mediante un telegrama informando que se remitiría la cantidad de $20,000 a través del jefe de Hacienda de esta localidad, don Jesús Félix, quien entregó esa cantidad al presidente de la Junta de Mejoras, don Pepe Morales. Inmediatamente se continuaron los trabajos hasta que se llegó la esperada fecha de la inauguración, el día 5 de febrero de 1922, con programa para estudios “superiores” en donde las niñas alumnas de la escuela El Porvenir/Cuauhtémoc cursaban los grados 5º. y 6º. para concluir sus estudios de primaria. El presidente municipal: Román Yocupicio Valenzuela.

Fue así como se terminó de construir un edificio que reflejaba una corriente de gran expansión en la post-revolución mexicana, el neocolonial, que en términos de arquitectura se consolidaba como un nacionalismo a ultranza. Este estilo, con influencias modernistas, pero conservando las características propias de la Colonia, se manifestaba en sus esbeltos arcos y el manejo del ladrillo aparente.

Su primer director fue el profesor Leonardo R. Magaña, quien contaba con amplios méritos, y la inauguración se llevó a cabo con un programa cultural acorde a la belleza arquitectónica del lugar que albergó a varias generaciones de alumnos durante un periodo de aproximadamente 30 años. Este edificio fue derrumbado durante el Gobierno Estatal de Ignacio Soto Martínez (1949-1955) a pesar de las enérgicas protestas de los habitantes de Navojoa encabezados por el mismo profesor Magaña y, por quien fuera después el primer cronista de esta ciudad, el profesor Francisco Alfredo Larrañaga.

Hoy en día solo podemos disfrutar algunas imágenes fotográficas de ese bello edificio, aunque podemos compararlo con uno que sobrevive al paso del tiempo, el Palacio Municipal de Huatabampo con el que guarda algunas similitudes arquitectónicas.