Como buen sonorense, al licenciado Fidel Antonio Covarrubias Guerra no le tiembla la voz para decir:
"Cuando los yaquis ven un gobierno fuerte, se humillan, pero cuando ven uno débil y timorato, humillan al gobierno y al Estado".
Y lo explica así: ¿Qué pasó cuando Guillermo Padrés, con todo y sus defectos de corrupción, envió a la cárcel a dos dirigentes yaquis?
Y él mismo se contesta: Nada. No pasó nada porque era un gobierno fuerte.
Afirma contundente que, si el Presidente de la República va a venir a Sonora y entregar dinero a los yaquis, mejor que no venga porque ya debe acabarse con la cultura de solamente extender la mano.
Luis Echeverría Álvarez se desvivió por los yaquis y les entregó dinero a raudales, maquinaria, equipo, lo que quisieran.
¿Y dónde quedó todo?, se pregunta Covarrubias Guerra: en las cantinas de Empalme, Cócorit y Obregón.
Lo que el gobierno debería de hacer, sostiene el ex Presidente de la Barra de Abogados, ex Agente del Ministerio Público e incluso Secretario Técnico de uno de los mejores gobernadores de Sonora, Samuel Ocaña García, es lo siguiente:
Quitarles a los yaquis hombres todo: la tierra, el agua, maquinaria y entregárselos a sus esposas.
Que sean las mujeres yaquis, con sus hijos, las nuevas generaciones, las que manejen todo y así ya no se tendrían que ir a los campos agrícolas como jornaleros o a las maquiladoras, porque ellas son más responsables, mientras que los hombres de esa tribu no tienen remedio.
A los sonorenses, considera, actos de populismo no los llenan sino soluciones de fondo. Quitar las tierras de ejidos, comunidades o particulares para entregarlas a los yaquis, no es un acto de justicia sino que solamente servirá para armar más problemas de los que ya se tienen en el campo y quién sabe hasta donde se llegue, incluso a tragedias.
Los sonorenses no quieren ser rehenes de los yaquis y sus acompañantes de siempre: el Distrito de Riego, que no es por solidaridad que los apapacha sino por sus intereses porque son 22 familias de Cajeme las que siembran las tierras de los indígenas y por ello cuidan que no los vayan a afectar.
He ahí la opinión de un cajemense. Quizá no todo mundo coincida con sus apreciaciones, pero decidió hablar, dice, porque es tiempo de que haya soluciones de fondo para los yaquis, pero sin afectar a otros.
Y a propósito de la visita presidencial, hay indignación entre los periodistas de la región porque en la conferencia de medios La Mañanera solo podrían estar colegas de la Ciudad de México.
Entre los gobiernos federal y estatal se echan la bolita y nadie resuelve sobre la presencia de medios locales en ese encuentro mañanero.
¿Qué se pretende ocultar?
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