Oriundo de Sinaloa, su padre murió en la Revolución, donde sobrevivió como soldado carrancista; escribió una carta al gobernador de Sonora
Por: Ricardo Aragón Pérez
Raúl Escalante soñaba con aprender un oficio, ganarse la vida honradamente y ser útil a la sociedad. Con esa idea en mente, ingresó a la escuela de Artes y Oficios Cruz Gálvez, en enero de 1918, pero cuando apenas comenzaba su instrucción cayó enfermo y permaneció postrado poco más de una semana, hasta que el 23 de mayo de 1918, poco antes de mediodía, dio el último suspiro, con lo que el sueño de ser una persona de oficio se apagó irremediablemente para siempre.
Raúl era un plebe de Sinaloa. Su madre doña Pomposa de Escalante murió en tiempos de la Revolución y su padre don Ángel Escalante cayó sin vida en un combate, defendiendo la bandera carrancista. Raúl, de 12 años, también se fue a la bola carrancista y se le vio echando balas, bajo las órdenes de un jefe revolucionario, a quien sirvió como soldado algunos años.
En enero de 1918, Raúl Escalante, un plebe oriundo de Sinaloa, huérfano de padre muerto en la Revolución y sobreviviente a la vez de la lucha armada, a la que sirvió algunos años como soldado carrancista, escribió una carta muy conmovedora al gobernador de Sonora, en la que, luego de platicarle de la muerte de sus padres y del desamparo en que quedó, solicitó encarecidamente la intervención del mandatario estatal, a fin "de autorizar mi ingreso a la Escuela para varones Cruz Gálvez", para aprender algún oficio en beneficio propio y "me haga persona útil a la sociedad", remarcaba el joven soldado carrancista.
Raúl era hijo único y tenía algo de escuela. Nació en Sinaloa hacia el año de 1900, en un contexto familiar marcado por la pobreza, sin bienes de ningún género. Su madre, doña Pomposa R. de Escalante, era ama de casa y sufría de achaques irremediables, hasta que, en 1912, uno de los males acabó con su sufrida vida.
Su padre, Ángel Escalante, era un don nadie, pero tenía inquietudes revolucionarias y abrazaba naturalmente las ideas de cambio. En 1910, se fue a la bola maderista y, con arma en manos, defendió a Madero hasta el triunfo. Posteriormente, volvió a las armas, para combatir a las fuerzas de Victoriano Huerta, pero en 1913 murió en combate, en un punto llamado San José de las Rosas, Sinaloa, como consta en las declaraciones del general Juan Carrasco, jefe de la Brigada Carrasco, con sede en Mazatlán, quien dio fe del deceso de don Ángel Escalante, que entonces ostentaba el grado de Capitán Constitucionalista, cuyos correligionarios aseguraban que el capitán Escalante "prestó muy buenos servicios a la causa constitucionalista".
El niño Raúl tenía escuela de revolucionario. Abrevió en las lecciones prácticas de su padre y aprendió de él a luchar con arma en mano contra los malos gobiernos de Porfirio Díaz y Victoriano Huerta. Imbuido de esa pedagogía ejemplar, Raúl, con apenas unos 12 años, se levantó en armas en su estado natal y se le vio echando balas bajo las órdenes del jefe carrancista Juan Carrasco, a quien sirvió varios años como soldado.
Luego del triunfo de la Revolución constitucionalista, Raúl, huérfano de madre y padre, sin ningún oficio ni bienes de subsistencia a la mano, se propuso como proyecto de vida, estudiar en una escuela técnica y aprender un oficio, para ganarse la vida con el sudor de su frente. Entonces supo de la escuela de Artes y Oficios Cruz Gálvez, con sede en Hermosillo y, tras el deseo de conseguir una oportunidad de estudio, dirigió una carta al gobernador, suplicándole facilitar su ingreso al plantel referido.
En su misiva, fechada en Mazatlán, en enero de 1918, esto fue lo que le dijo al mandatario estatal:
Ciudadano Gobernador del Estado
Raúl Escalante, nativo de Estado de Sinaloa, ante usted atentamente expongo:
Que soy hijo legítimo del finado Ángel R. Escalante, capitán que fue de las fuerzas constitucionalistas, quien se levantó en armas en 1910, contra el Gobierno del Gral. Porfirio Díaz, militando al lado de las fuerzas maderistas hasta el triunfo de la Revolución, y continuando dispuesto y prestando sus servicios hasta los primeros meses de 1913, en que murió en un punto denominado San José de las Rosas, del Estado de Sinaloa, al levantarse otra vez en armas contra el Gobierno del Gral. Victoriano Huerta.
Como ya antes había fallecido mi señora madre Pomposa R. de Escalante, quedé huérfano e ingresé entonces a las fuerzas del hoy general Juan Carrasco en el referido Estado de Sinaloa, en donde permanecí algún tiempo prestando mis servicios como soldado, de lo cual, así como de los servicios prestados por mi padre, puede informar dicho señor general, que se encuentra actualmente en el puerto de Mazatlán al frente de la Jefatura del Ejército Mexicano "Brigada Carrasco".
Encontrándome, pues, huérfano, sin bienes de ningún género, y teniendo conocimiento de que en esa ciudad existe la Escuela de Artes y Oficios para varones Cruz Gálvez, en donde puedo aprender algún oficio, que a la vez que me proporciona los medios para la vida, me haga útil a la sociedad.
A usted, señor gobernador, ocurro suplicándole respetuosa y encarecidamente, se sirva hacerme el servicio de autorizar mi ingreso a dicha Escuela, librando para tal efecto, las órdenes correspondientes, en la inteligencia de que estoy conforme en aceptar y acepto las condiciones reglamentarias que se requieran para ser aceptado en dicho establecimiento.
Puede también informar a usted sobre los servicios que he manifestado, el señor licenciado Rosendo R. Rodríguez, quien conoció a mi citado señor padre y a mí también, y le consta dichos servicios a la causa.
Culiacán, Sinaloa, 1 de enero de 1918. Raúl Escalante.
Cuatro días después, el gobernador mostró su empatía, su respaldo y consideró de justicia dar una respuesta positiva, en reconocimiento a su contribución al triunfo constitucionalista, pero antes de echarle la mano quiso saber si eran ciertos "los acontecimientos de que habla" la carta en cuestión. Para eso, recomendó a su secretario particular pedir informes al general Juan Carrasco, que operaba en el Puerto de Mazatlán, acerca "de los hechos que cuenta" el joven Escalante.
En respuesta, el 16 de enero de 1918, a eso de las tres y media de la tarde, el despacho del gobernador tomó razón del informe del general Carrasco, rubricado cinco días antes de su recepción, en el que avalaba todo lo dicho por Raúl Escalante. Precisó además que "el padre del niño Escalante prestó muy buenos servicios a la causa constitucionalista", por lo que consideraba justo que se internara en el citado plantel escolar, tal como consta en su informe, que a la letra dice:
Ejército Mexicano. Brigada Carrasco
Jefatura 902/14
Con referencia a su atento oficio número 2 de fecha 5 de enero del que cursa, manifiesto a usted ser cierto lo que el menor Raúl Escalante, manifiesta respecto a los servicios que él y su padre prestaron a la causa constitucionalista, por lo que juzgo que el Gobierno de su digno cargo puede ordenar sea admitido en la Escuela para varones Cruz Gálvez, con lo que recibirá una importante ayuda.
Reitero a usted mis atenta y distinguida consideración.
Constitución y Reforma. Mazatlán, Sinaloa, enero 11 de 1918
El General de Brigada Juan Carrasco.
Con base en esa confirmación, el 17 de enero de 1918, apenas un día después de su recepción, el secretario particular se dirigió al titular de la oficialía de partes: "sírvase expedir orden para que el joven Raúl Escalante sea internado en la Escuela Cruz Gálvez". Al día siguiente, ese funcionario se comunicó con el secretario de gobierno, para que éste a su vez notificara al director del plantel, profesor Luis Villareal, el acuerdo del gobernador, consignado en oficio del 18 de enero de 1918, en el que dispuso "inscribir como alumno de ese establecimiento a su cargo al niño Raúl Escalante al presentarse en ese plantel".
En efecto, Raúl encontró el respaldo del gobernador, pero lamentablemente su trayecto escolar fue muy efímero; menos de cinco meses, por lo que el sueño de aprender un oficio, ser útil a la sociedad y ganarse la vida honradamente, se esfumó para siempre, pues apenas iniciaba su instrucción, cuando cayó en cama gravemente, atacado por una enfermedad letal, que acabó con su vida en tan sólo 11 días, aun cuando el personal de enfermería no se desatendía de su curación.
Justo el mismo día de su último suspiro, el director Luis Villareal, informó a la oficina del gobernador tan lamentable fallecimiento. Mediante el oficio número 277, de fecha 23 de mayo de 1918, esto fue lo que le dijo:
Ciudadano gobernador del Estado
Tengo la honra de poner en conocimiento de esa superioridad, que el día de hoy a las 10:30 am. Murió en el Hospital Militar y fue sepultado por cuenta de la escuela en el Panteón Municipal, el alumno de este establecimiento, Raúl Escalante, de 18 años de edad.
Este joven se enfermó de fiebre tifoidea el 12 de los corrientes, habiéndose puesto una enfermera de pie y atendido debidamente, tanto por el doctor como personal de enfermería, el 20 por disposición del médico de la escuela pasó al Hospital Militar donde acaeció el lamentable deceso.
El joven de referencia no tenía padres, era originario del Estado de Sinaloa y sobrino del ciudadano licenciado Rosendo R. Rodríguez, que aparece como tutor, y a quien ya se le comunicó la noticia esta mañana.
Reitero a usted mi atenta consideración.
Constitución y Reformas, Hermosillo, 23 de mayo de 1918.
El Director Luis Villareal (rúbrica)
Conmovido por tan mala noticia, el jefe del ejecutivo estatal, Cesario Soriano, dijo al director Villareal que "ha quedado enterado con pena" del fallecimiento de Raúl Escalante, alumno del plantel a su cargo, así como de "que comunicó la defunción del niño al licenciado Rosendo R. Rodríguez", en su carácter de tutor del extinto alumno "Cruz Gálvez".
ricardoaragon60@gmail.com