Entre jaulas y tiburones; ¿Cárcel para pescadores?
La novedad al respecto estriba en que el uso de las jaulas puede poner en riesgo la especie de los tiburones
Si usted es pescador, y decide utilizar en su trabajo una jaula contra tiburón para protegerse de un eventual o indeseable ataque, a ver cómo le hace para cuidar su personal integridad, pero trate de que, por ejemplo, la jaula no le cause ningún daño (de rasguño o morete para arriba) al escualo que merodea en su inmediatez personal con el único y vertiginoso propósito de agredirlo mortalmente.
La novedad al respecto estriba en que el uso de las jaulas puede poner en riesgo la especie de los tiburones, incluso lesionarlos y causarles la muerte. El asunto todavía no termina aquí. La novedad estriba en que podrían fincarse sanciones penales en un contexto como el que se describe. La situación a que se alude es real y vale la pena tomarla en consideración. Formular comentarios en ese sentido es una forma de hacerlo.
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De entrada, valdría la pena decir que, si un tiburón ataca a pescadores protegidos por una jaula, y resulta muerto tras sus temibles embestidas contra los barrotes, o bien porque los hombres de mar se defendieron en buena hora, los sobrevivientes tendrían que vérselas con la ley y afrontar la eventualidad de enfrentar cargos penales. Estos parecen planteamientos de una película de terror en blanco y negro. Pero se trata, por lo visto, de una trama que puede operar con toda normalidad en caso de que se produzcan las circunstancias descritas.
La secuencia anterior le fue explicada en todos sus detalles a Ramón Martín Valenzuela, quien es líder pesquero y representante de una cooperativa en el Puerto de Yavaros. Dijo que eso ocurrió en el marco de una jornada de capacitación que se les ofreció por parte de autoridades en la materia. Allí quedó en claro una posibilidad cierta: que las jaulas podrían herir o matar tiburones. Ante eso, podrían generarse penas de hasta siete años en prisión para quienes resulten implicados en un hecho de la naturaleza que se comenta.
Al parecer, en esa reunión no se dijo que los tiburones podrían herir o matar a pescadores o personas sin nada que ver con este oficio. ¿Cuántos serían los años en prisión para los funcionarios o responsables que no tratan de evitar, hasta donde sea posible, la hechura de esos trágicos episodios? Es ingrato tomar nota de que para ciertos funcionarios la vida humana (en este caso la de un grupo de pescadores) no tiene la menor importancia, ya que, según ellos, primero hay que preservar al costo que sea la de una especie del mar que está protegida.
El líder de pescadores, Ramón Martín Valenzuela, al comentar la situación descrita, dijo que los buzos (pescadores) podrían transformarse en victimarios, en tanto que para "la autoridad" es más importante la vida de una especie marina (tiburones) que "la de un ser humano". Después, con sentida razón, expresó: "Es increíble que nos quieran castigar por proteger nuestras vidas". Indicó que "parece que al Gobierno le interesa más la vida de un tiburón que la de un ser humano".
En un contexto como el descrito, convendrá recordar que, durante los últimos tres años, han perdido la vida tres pescadores por ataques de tiburón blanco. Los hechos ocurrieron precisamente en el sur del estado. Casos de esta lamentable naturaleza ponen de manifiesto los evidentes peligros o riesgos que, en esta parte de la entidad, tiene, por ejemplo, la captura de callo de hacha.
Los peligros siempre han debido existir para quienes asumen esa singular tarea. Las aguas de mar son invariablemente un riesgo constante para quienes se acercan a ellas con fines ya de trabajo o esparcimiento. En el primero de los casos, como quedó dicho renglones arriba, los decesos de tres pescadores por ataques de tiburón han sido (como siguen siéndolo) sucesos de pesar regional.
El mar es una fuente de vida de la que han dependido y dependen generaciones de pescadores, con lugares geográficos muy conocidos en el litoral sureño. La tragedia o el luto no pueden inhibir la actividad diaria de sus trabajadores. Menos lo harán las actitudes de funcionarios inconsecuentes en la materia que están en contra del uso de las jaulas antitiburones por los riesgos que implican para tal especie. ¿Qué decir de los riesgos a que se exponen los pescadores únicamente con la divisa de su valor y capacidad para llevar el sustento al hogar? De mal en peor con el criterio (o como quiera denominarse) de ciertos funcionarios.