Al dar vuelta en la esquina del barrio, sintió como un dulce viento de los últimos días de primavera acarició su rostro aún modorro. Sus oídos comenzaron a despertar al compás de los tan variados cantos de igual cantidad de aves. Ante todas, sobresalía el bucólico canto de las palomas: denso y profundo; coronado por una nota brillante de ausencia al final.
Mientras caminaba, el extraño imaginaba a madres soñolientas que se esmeraban en preparar el desayuno de sus pequeños sin acordarse de los grandes sacrificios hechos para poder poner el pan sobre la mesa. Pensando, a la vez, en cómo hacerle para que en su hogar no se acabe el fuego del amor y del entendimiento. Los olores de las cocinas en uso surcaban el aire.
El trinar de las aves súbitamente se vi opacado por el rumor de la motocicleta repartidora de los periódicos del día. Son pocos los diarios que entrega, pero aun así, la moto tiene pasando muchos años por aquí, despertando a algunos.
Los desechos generados por la gente lucen como puntos tristes en el bello panorama de la mañana. Poca gente, mucha basura; poca responsabilidad.
El extraño no siente ningún dolor ni ningún remordimiento; la limpieza de los colores de las primeras horas del día salta ante sus ojos; árboles y plantas se entrelazan en una danza eterna; ¡Estoy vivo! dice para sus adentros; alza sus brazos en señal de alabanza, y sigue caminando. Respira profundo, piensa poco.
Los primeros rayos del sol se meten por cada rendija de las casas; tocan sutilmente las ventanas con su brillo, mientras el astro rey se alza a paso lento hacia el cenit de la tierra.
Cientos de pintas violentan las paredes que se yerguen; son el grito sordo de jóvenes que desperdician su intelecto y su voluntad en su afán de gritar: ¡Mírame, aquí estoy! Y como por arte de magia dejan de ser aprendices para regresarse a sus tiempos de niños en que descubrieron los lápices y los muros.
Aparecen alrededor los primeros hombres y mujeres que ensimismados se dirigen a su trabajo, él, en silencio les lanza a cada uno un: "Que Dios te bendiga". Él sabe que es la rutina del trabajo diario y el miedo de ser contagiado, que más que la mala paga, lo que hastía el alma. La gente lo mira pasar; es el extraño del pelo largo.
En algunas banquetas lucen botellas estrelladas de cerveza y de licor, lanzadas por quienes ayer por la noche sacrificaron el goce de una fresca mañana por complacer un viejo hábito...Buenos días
"No tengo problemas en mi vida, ni sueños tontos que me hagan llorar, yo lo que tengo es la música en mí" Heart
Jesushuerta3000@hotmail.com