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Las Plumas

¡Dolor: otra vez!

Francisco Gonzalez Bolon

Aunque uno a veces no quiere ya tocar el tema, por una u otra razón se vuelve a presentar en el escenario nacional.

En esta ocasión, de nueva cuenta se informa que el Municipio de Cajeme está en el quinto lugar nacional con el mayor número de homicidios dolosos reportados entre el 1 de enero y el 31 de mayo de 2021.

Y en esta ocasión no fue una organización extranjera o una de la sociedad civil mexicana la que puso números a la casa: el gobierno federal dio a conocer su informe sobre los municipios mas violentos del país.

A través del secretario de Marina, almirante José Rafael Ojeda Durán, se indicó que la lista se concentra en siete entidades, con Tijuana, Baja California, en primer lugar, con un total de 749 asesinatos.

Le siguen Ciudad Juárez, Chihuahua, con 515; León, Guanajuato, con 295; Cajeme, Sonora, con 225; Acapulco, Guerrero, con 197; Fresnillo, Zacatecas, con 190; Guadalajara, Jalisco, con 186; Chihuahua capital, y Ensenada, Baja California, ambas con 158, y Celaya, Guanajuato, con 151.

Es preocupante saber que este municipio ya rebasó a otros a nivel nacional que antes eran de los más violentos, como Acapulco o Guadalajara.

Ojeda Durán presentó una gráfica con las entidades del país que registran mayor tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes, desde el 1 de diciembre de 2018, cuando se inició la presente administración, hasta el 31 de mayo de 2021.

Este 'ranking' lo encabeza Colima, con una tasa de 199,89 homicidios dolosos. Le siguen, Baja California (175,70), Chihuahua (145,97), Guanajuato (123,98) y Zacatecas (111,64).

Ah qué bien, dirán los conformistas o los funcionarios de la Seguridad Pública: Sonora no aparece en este último listado.

“Estamos mejor que otros estados”, suelen repetirse los servidores públicos como para autoconvencerse de que sí está permeando entre la población lo que han dicho de que están mejorando las estrategias y ya están haciendo uso de trabajos de inteligencia para atacar al crimen organizado.

Los que están por irse ya no mueven mucho el tema y los que llegarán aún no se sabe qué maniobras harán para detener la ola de crímenes que si bien es mucho mayor en otras comunidades, a los ciudadanos sonorenses lo que les duele es haber perdido su entorno de paz.

Por ejemplo, en la Tribu Yaqui al momento se ventila la desaparición de varios indígenas de la comunidad de Loma de Bácum, pero si le mueven tantito hay otras no reportadas a las autoridades en Vícam.

Comunidades enteras de Sonora ya son plazas de la delincuencia organizada, sobre todo en la zona serrana en donde hasta a los médicos residentes desaparecen y por ello muchos no desean ir a esa zona a realizar sus servicios universitarios obligatorios.

Si bien estos problemas se veían desde hace varios años, en la administración de Eduardo Bours Castelo fue cuando se recrudeció el panorama al ingresar desde otras entidades hombres armados que poco a poco se fueron instalando en las comunidades de la sierra.

Hay documentación escrita mediante la cual se advertía de estos hechos pero las autoridades procuradoras de justicia de entonces prefirieron “combatir” los delitos en las ciudades, donde los medios de comunicación pudieran verlos en retenes y cateos domiciliarios, a entrarle a la sierra, en donde “nadie se daba cuenta”.

Hoy se pagan esos errores, pero se siguen cometiendo. Recorren militares y estatales las ciudades, pero la filtración de sicarios por los poblados serranos es mayor cada día hacia Sonora.

¿Es casualidad o son acciones concertadas? Alguien tiene que responder.

Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx