Por: Eduardo Sánchez
A veces nos quedamos atrapados en nuestro pequeño mundo y solamente hablamos en función de lo que escuchamos de otras personas, estén o no bien informadas.Por eso, hoy he decidido compartir con ustedes la primera parte de un proyecto denominado "Revolución 60" en el que Alejandro de la Fuente, Director del programa de Estudios de Cuba en la Universidad de Harvard, habla de "Cuba hoy: la pugna entre el racismo y la inclusión".
Es un tema por demás apasionante y por eso lo presento para que usted lo analice junto conmigo y llegue a sus propias conclusiones:
"Es una escena común: cuatro turistas españolas, en compañía de dos hombres afrocubanos, se dirigen a uno de los muchos clubes nocturnos de La Habana: "Ustedes sí, pero ellos no", les dice el portero, "la casa se reserva el derecho de admisión". Las turistas protestan, caracterizando tales prácticas como propias de "un país racista", pero sus compañeros no logran entrar. Hay que probar suerte en otro establecimiento, a ver si admiten negros.
"El portero del club, Yúnior, es también negro. Graduado de Contabilidad y Finanzas por la Universidad de La Habana, Yúnior es un vivo ejemplo de las contradicciones y tensiones racializadas que caracterizan a la sociedad cubana contemporánea. Tras concluir sus estudios obtuvo un puesto de profesor, pero lo abandonó para buscar trabajo en el sector privado.
"Las prácticas laborales privadas, sin embargo, son abiertamente racistas (y sexistas), como lo ilustra el anuncio a través del cual obtuvo su empleo: "Se busca personal calificado con experiencia: dependientes (mujeres, trigueñas o rubias, de buena figura y con idiomas) y seguridad y protección (hombres fuertes de color)". El salario de profesor (unos 20 dólares mensuales) no alcanzaba, así que Yúnior decidió buscar trabajo donde no importa su educación, sino atributos físicos supuestamente asociados al color de la piel: negro y fuerza bruta. La contabilidad y las finanzas son cosas de blancos.
"O del decadente sector público, donde, como muestra la experiencia de Yúnior, es posible para los afrocubanos "que según el censo del 2012 conforman el 36 por ciento de la población" obtener posiciones que requieren preparación y que, al menos en el pasado, implicaban cierto reconocimiento social, pero cuyos salarios apenas dan para vivir.
"Aunque el liderazgo cubano ha sido criticado por la poca diversidad de la cúpula de poder, durante décadas el sector estatal, prácticamente la única fuente de empleos en la isla, funcionó como un motor de igualdad, dado que sus salarios, legalmente regulados, aplicaban a todos por igual, con independencia de circunstancias personales como el género, el color de la piel, el origen socioeconómico o las redes sociales y familiares.
"La sociedad igualitaria cubana fue el producto de varias de décadas de políticas en pos de la igualdad.