Crisis en los partidos políticos
Con sus decisiones cavaron sus propias derrotas, formando cotos de poder similares a partidos-empresa, modelo del que no se salva ninguno
Podemos afirmar que en México prácticamente desde 2018 los partidos políticos tradicionales han comenzado un declive pronunciada llegando a niveles donde el PRI, partido hegemónico que construyó tramos de la historia de este país, no ganó absolutamente ningún distrito federal por sí solo en los más de 300 distritos uninominales en disputa, algo que hubiera sido impensable hace no muchos años.
Hoy en día después de las elecciones presidenciales de 2024, donde después de haber intentado prácticamente de todo (menos lo necesario), los partidos en México se encuentran viviendo en una especie de "limbo" en el que, pasados los comicios de junio pasado quedó demostrado que las fórmulas utilizadas en los 6 años anteriores no dieron fruto para encontrarle la cuadratura al círculo y lograr entrar de nuevo en la senda de la competencia real por el poder, sosteniéndose con todas sus fuerzas a contados triunfos en las capitales de distintas entidades para salvaguardar lo que alguna vez fueran los grandes partidos de nuestro país.
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Comencemos por entender esta crisis que viven todos los partidos, incluidos los que están en el poder, empero, como en todos los casos de victoria, a estos últimos los achaques de la crisis no se les notan, por lo cual, nos abocaremos a hablar de los de la oposición, en el caso específico del PRI y el PAN, quienes tal como la película infantil "Megamente" contaban con una rivalidad aparentemente muy arraigada, siendo creado el partido blanquiazul para hacer frente al régimen "todopoderoso" del PRI, mientras que este último, sobre todo, durante los últimos años, se dedicó a destruir intensamente todo lo que oliera a PAN, llegando al grado, hablando del caso sonorense, de perseguir, desacreditar y montar verdaderas campañas nacionales para desprestigiar al Partido Acción Nacional, sin darse cuenta que, tal como en la afamada película infantil, para que uno funcionara era necesario contar con el otro, sin embargo, en el momento que se dieron cuenta habían creado a un rival mucho más fuerte y cuando decidieron unirse ya era demasiado tarde, el daño ya estaba hecho.
Es decir, en el caso de los partidos tradicionales fueron ellos mismos con sus decisiones quienes cavaron sus propias derrotas, formando a sus partidos en cotos de poder similares a partidos-empresa, modelo del cual no se salva prácticamente ningún partido político en nuestro país, funcionando de manera tal que, los partidos son vistos como entes de poder económico que permiten colocar en posiciones importantes, sean estas pocas o muchas, a personas allegadas a una cúpula con la finalidad de negociar aún más prebendas, llegando a extremos como los del extinto PRD, quienes sin importar los resultados utilizaron dicha plataforma a grado tal de llevarlo a su extinción, misma suerte que han seguido durante la última década un total de diez partidos políticos como lo son: Nueva Alianza, Encuentro Social, Redes Sociales Progresistas, Humanista, entre otros que han buscado colocarse dentro del sistema de partidos mexicanos. Parte de la crisis que viven los partidos es el anquilosamiento en el poder de cuadros que no permiten la oxigenación de puestos repitiendo una y otra vez en las mismas posiciones, lo cual, inhibe la participación política de jóvenes, pero también, de cuadros externos a la política que cuentan con la preparación y las ganas de participar, por lo que, el acaparamiento de espacios de poder y relevancia se ha vuelto también una de las razones por la cual los partidos en México están en crisis.
Sin duda, no hay partido perfecto, es necesario que todos los partidos vivan procesos de reflexión y, sobre todo, entiendan el momento actual que vive México, un país necesitado de soluciones y liderazgos que brinden nuevas esperanzas a los mexicanos, algunos van mucho más avanzados que otros.
borbonmanuel@gmail.com