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Las Plumas

Control de la ansiedad en pandemia

Francisco Gonzalez Bolon

Este día agradecemos a Lisa Feldman Barrett, psicóloga y neurocientífica, nos comparta su punto de vista sobre los niveles de ansiedad que alcanzan los seres humanos con encierros prolongados como el que se vive. Esperamos que sea útil.

“Hace quinientos millones de años, una diminuta criatura marina cambió el curso de la historia: se convirtió en el primer depredador. De alguna manera, sintió la presencia de otra criatura cercana, se impulsó o se contoneó hasta ella y se la comió a propósito.

“Esta nueva actividad de cazar dio inicio a una carrera armamentística evolutiva. Durante millones de años, los depredadores y las presas evolucionaron para tener cuerpos más complejos que pudieran sentir y moverse con mayor eficacia a fin de atrapar o eludir a otras criaturas.

“Con el tiempo, algunas criaturas evolucionaron hasta tener un centro de comando que dirigiera esos cuerpos complejos. Lo llamamos cerebro.

“Aunque es verdad que esta historia sobre la evolución de los cerebros es tan solo un bosquejo, pone énfasis en un concepto clave sobre los seres humanos que se omite con demasiada frecuencia. La función más importante de tu cerebro no es pensar; es dirigir los sistemas corporales que te mantienen con vida y en buen estado. Según hallazgos recientes de la neurociencia, aunque tu cerebro produce pensamientos conscientes y sentimientos, éstos sirven más a las necesidades de administración de tu cuerpo de lo que podrías darte cuenta.

“Además, en tiempos de estrés como los que estamos viviendo, esta perspectiva curiosa sobre tu vida mental podría ayudarte a aminorar tus ansiedades.

“Una gran parte de la actividad de tu cerebro ocurre sin que te des cuenta. En todo momento, tu cerebro debe descubrir las necesidades de tu cuerpo para el próximo momento y ejecutar un plan para cubrir esas necesidades por adelantado. Por ejemplo, todas las mañanas cuando despiertas, tu cerebro prevé la energía que necesitarás para arrastrar tu lamentable organismo fuera de la cama y comenzar el día. De manera preventiva, inunda tu torrente sanguíneo con la hormona cortisol, la cual sirve para que la glucosa esté disponible con el fin de obtener energía con rapidez.

“Tu cerebro administra tu cuerpo usando algo parecido a un presupuesto. El presupuesto de tu cuerpo monitorea recursos como el agua, la sal y la glucosa cuando los ganas y los pierdes. Cada acción que gasta recursos como pararte, correr y aprender, es una especie de retiro de tu cuenta. Las acciones que reabastecen tus recursos, como comer y dormir, son como depósitos.

“El nombre científico del presupuesto corporal es alostasis: la predicción y la preparación automáticas para satisfacer las necesidades del cuerpo antes de que surjan. Consideremos qué ocurre cuando tienes sed y bebes un vaso de agua. El agua tarda 20 minutos en llegar a tu torrente sanguíneo, pero sientes menos sed en unos pocos segundos. ¿Qué alivia la sed con tanta rapidez? Tu cerebro.

 “Sin embargo, en términos del presupuesto corporal, la distinción entre lo mental y lo físico no es significativa. La ansiedad no provoca dolores estomacales; más bien, los sentimientos de ansiedad y los dolores de estómago son mecanismos que usa el cerebro humano para darle sentido al malestar físico. No existe una causa mental única, porque cada una de las experiencias mentales tiene su origen en el presupuesto físico de tu cuerpo. Esta es una razón por la cual las acciones físicas como respirar profundo, o dormir más, pueden ayudar de una manera sorprendente a resolver problemas que comúnmente consideramos psicológicos.

“Estamos viviendo una época difícil y todos corremos un alto riesgo de alterar nuestros presupuestos corporales. Si estás agotado de la pandemia y luchas contra la falta de motivación, considera tu situación desde la perspectiva del presupuesto corporal. Tu carga podría sentirse más ligera si comprendes el malestar como algo físico.

“No digo que puedas chasquear los dedos y disolver una tristeza profunda o sacudirte la depresión con un cambio de perspectiva. Sugiero que es posible reconocer qué está haciendo en realidad tu cerebro y encontrar algo de consuelo en eso. Tu cerebro no está hecho para pensar. Todo lo que conjura, desde pensamientos y emociones hasta sueños, le sirve a tu presupuesto corporal. Si adoptas esta perspectiva, con buen juicio, puede ser una fuente de resiliencia en tiempos difíciles”.

Comentarios: francisco@diariodelyaqui.mx