Contaminación minera, un problema en Álamos
No es la primera vez que sale a relucir una protesta por ese peligroso motivo para la salud humana
De suyo el tiempo pasa sin mayores contemplaciones para nadie ni por nada. Sin embargo, en muchas ocasiones ocurre que, a pesar de ese transcurrir existencial, muchos hechos o circunstancias se mantienen tal cual, y no con buenas nuevas que importe considerar. Al contrario, lo que se generan más bien son perjuicios que es válido preguntar por qué nadie hace nada para evitarlos y sancionar a quienes los llevan a cabo.
Es el caso, por ejemplo, de la contaminación generada en dos lugares de Álamos por la Mina Corner Bay. No es la primera vez que sale a relucir una protesta por ese peligroso motivo para la salud humana. Pero como suele suceder ante ciertos trámites, hasta ahora las autoridades respectivas por lo visto no han hecho absolutamente nada para salir al paso de esta reiterada y nociva problemática. Como es fácil entenderlo, esta actitud se advierte radicalmente distinta a la que suelen traslucir los discursos oficiales de siempre, donde todo es gloria y felicidad para la población en su conjunto.
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Pero este no es el caso de los ejidatarios de El Sombrerito y El Maquipo ubicados en Álamos. Como quedó de manifiesto en días anteriores, exigieron a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente que ponga fin a la contaminación generada por la Mina Corner Bay Panamerican Silver. El riesgo, como ha trascendido, es que tal perjuicio se incremente en esta temporada de lluvias. Por lo visto y sabido, en este contexto hay todo un esquema de riesgo o peligro comunitario que francamente no se entiende por qué hasta ahora no ha sido atajado como Dios manda.
En un contexto como el descrito, José Irene Wilson Antelo, integrante del ejido El Sombrerito, describió con realidad los riesgos que están en juego en el contexto del quehacer minero a que se alude. Explicó que eventualmente las lluvias pueden provocar el desbordamiento de lo que se conoce como “tajo” y “presa” de la mina, “donde están el cianuro y otros compuestos químicos peligrosos, que después escurrirán fácilmente por abajo”. El problema es mucho más amplio e inexplicable al amparo de una cierta óptica.
Y es que el riesgo previsto por Wilson Antelo siempre ha estado allí. He aquí sus propias palabras: “Así ha pasado desde hace varios años, pero ninguna dependencia hace absolutamente nada, a pesar de que los perjuicios al medio ambiente son evidentes”. Señaló que lo más grave de esta situación son los eventuales daños a las personas, “que se notarán dentro de unos años”. Esta descripción encierra de suyo propio por sí misma una eventual situación extrema que no debería permitirse bajo ninguna circunstancia.
Sin embargo, ¿dónde están quienes podrían evitarla o frenarla? Tal es la pregunta que siempre surge en situaciones como la anotada. Las cosas no paran aquí porque también hay otra situación de por medio y en la que por igual resulta pertinente detenerse. Siempre de acuerdo a lo dicho por Wilson Antelo, la empresa minera aprovecha la llegada de las lluvias para deshacerse y tirar todo el veneno y “cochinero” acumulado, “lo que se nota al mezclarse con el agua que corre por la zona”.
De buenas a primeras no debe resultar fácil para nadie asumir como reales hecho como los descritos. Aunque el problema es que la de hoy no es la primera vez que salen a relucir ante la opinión pública. Ya en otras ocasiones se ha dado cuenta periodísticamente de la gravosa situación existente en la mina en lo que toca a la contaminación que propicia. No hay respuesta para la pregunta que busque poner en claro por qué las autoridades en la materia han permitido y siguen permitiendo que en la mina ocurran hechos como los descritos.
Si desde su punto de vista consideran que no es así, y que en todo esto hay un real o presunto malentendido, nada tan fácil como aclararlo en tres patadas o en menos de lo que canta un gallo, dicho sea, con expresiones propias de un lenguaje muy “refinado”. Pero llama mucho la atención que cada cierto tiempo salgan a relucir casi los mismos problemas en el ámbito minero alamense del que se habla. Nunca podrá ser creíble que alguien esté sólo tratando de pasar el rato inventando hechos como simple distracción.
Nada de eso, porque evidentemente se trata (hasta que no se demuestre lo contrario) de una seria problemática laboral que amerita una atención urgente por parte de las autoridades en la materia, que no deben ser otras más que las propias de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente. Si no es así, alguna otra instancia deberá tener competencia en asuntos tan serios o peligrosos como los aquí abordados en esta ocasión.
armentabalderramagerardo@gmail.com