Carretera Álamos-Navojoa y los riesgos de la pirotecnia
Como queda de manifiesto, no es posible hablar con mayor claridad. La carretera suele estar mal a lo largo del año
Es lo mismo de siempre. Iniciaron los trabajos para rehabilitar la carretera Álamos-Navojoa. Qué bueno. Estupendo. Maravilloso. Ya era hora. Pero se decidió emprender ese quehacer no tanto por la necesidad imperiosa de llevarlo a cabo. Será así porque –fíjese usted- el Festival Alfonso Ortiz Tirado está a la vuelta de la esquina.
¿De no estar de por medio un evento de esa naturaleza no se habría programado la hechura de los trabajos que se comentan? Todo permite suponer que no, a pesar de que a lo largo del año se han producido críticas y comentarios sobre el deteriorado nivel de la carretera que une a la Perla del Mayo con la reconocida población colonial.
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No es la primera vez que se produce un contrasentido de esta naturaleza. Pero es increíble que en estas alturas todavía siga recurriéndose al mismo esquema que se describe. Vale la pena reiterar los censurables hechos como han sido caso siempre: de no celebrarse el FAOT con el arribo del año nuevo, ni quién se acuerde de la carretera por parte de las autoridades para siquiera darle una manita de gato, aunque no haya necesariamente festival a la vista.
Es insólito tomar nota de una reiteración como la señalada que, como se describe, ha sido exactamente la misma al paso del tiempo. En la nota periodística donde se anuncia la rehabilitación de la carretera Álamos-Navojoa, se consignó un señalamiento que prácticamente lo dice todo. Aludiendo a esa ruta, señala que presenta un evidente daño en su infraestructura, "lo que incluso ha ocasionado múltiples accidentes a lo largo del presente año".
Como queda de manifiesto, no es posible hablar con mayor claridad. La carretera suele estar mal a lo largo del año. Pero en cuanto se bosqueja el festival Ortiz Tirado en el horizonte, se decide cuadrar los trabajos de su rehabilitación. Qué bueno que sea así. Nadie podrá censurar una actitud oficial como la que se describe. Pero no es preciso esperar el arribo de ese evento para ejercer trabajos de rehabilitación que en lo general podrían cumplirse normalmente a lo largo del año. ¿Mucho pedir?
Mientras tanto, como todos los fines de año, en el de hoy también ya están saliendo a relucir los llamados oficiales para evitar el uso de la pirotecnia. La verdad es que por desgracia tales exhortos suelen ser ignorados por quienes gustan del tronar de cohetes que encierran un altísimo grado de peligrosidad que puede llegar al extremo de generar consecuencias muy graves para la integridad física. Pero todo mundo (o una buena parte de todo mundo) no gusta prestar atención a los riesgos que conlleva una distracción como la de "prender cohetes" en las fiestas de Navidad y Año Nuevo...hasta que sobreviene la desgracia.
Pero ya para qué, se podría señalar. A menudo las tragedias que se producen en este contexto suelen ser irreversibles. Casi todo mundo sabe de una. Sin embargo, esta evidencia no parece que sirva para desalentar radicalmente el uso de la pirotecnia, que suele ser tomada como una distracción desprovista de riesgos. Al contrario, parecería que cada vez son más quienes se realizan existencialmente con este siniestro juego de luces y sonoridad, francamente estruendoso.
Existen datos al respecto en los que valdría mucho la pena hacer un alto. Por ejemplo, se sabe que en diciembre aumentan hasta un 25 por ciento los servicios de urgencia por accidentes relacionados con el manejo de los "cuetes". La estadística incluye –fíjese usted- tanto a niños como adultos. Esta situación puede evitarse actuando con las precauciones pertinentes. Así lo planteó el secretario técnico de Protección Civil y comandante de Bomberos, Jesús Edmundo Valdez Reyes.
No es posible ignorar datos y señalamientos como los anteriores. La pirotecnia puede ser una práctica divertida y emocionante...pero también dramática o dolorosa, llegado el caso, que ojalá nunca lo sea para nadie. ¿Qué necesidad, entonces, de practicarla? ¿Por qué es una tradición? Pues que temeraria o peligrosa tradición.
Año con año sucede lo mismo en tratándose de las exhortaciones y precauciones que salen a relucir para evitar o disminuir el uso de la pirotecnia. Pero a la hora de la hora, parecería que todo se fue por la borda cuando la ciudad parecería que está en una terrible batalla nocturna caracterizada por el rudo, seco e intimidante tronar de los "cuetes". De una u otra manera, todo esto no deja de ser un riesgo para coheteros y ajenos a esta peligrosa diversión. ¿Entonces...?
armentabalderramagerardo@gmail.com