Cajeme y Bogotá, ¿cómo superar la violencia? (Segunda parte)
Entre las soluciones plantearon redimensionar las políticas públicas y tomar decisiones desde una visión más integral
surge de atacarlo con más policías, con más balas, y un largo etcétera de respuestas ligadas a mayor violencia. Empero, eso no es justamente lo más acertado y ha quedado demostrado que buscar solucionar la violencia, sólo con más violencia, no es la respuesta correcta. En el caso colombiano la solución por parte del Gobierno provino de una reestructuración y una nueva comprensión del problema; es decir, buscaron entender de manera puntual cuál era el dilema al que se estaban enfrentando con la finalidad de cimentar de manera sólida las soluciones que habrían de plantear posteriormente, tal como lo plantean los cánones del proceso de creación de política pública.
Entre las soluciones que plantearon Antanas Mockus y Enrique Peñalosa, ex alcaldes de Bogotá en la década de los noventa, fue la de redimensionar las políticas públicas y tomar decisiones desde una visión más integral, en la que se entendiera el problema de la seguridad como una problemática de la comunidad, por lo cual, se comenzó con la implementación de políticas de moralidad y cultura, para culminar con acciones mucho más pragmáticas como la reducción de horarios permitidos para eventos y la cobertura universal y de calidad de los servicios municipales.
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Las políticas públicas integrales para recuperar la ciudad de Bogotá siguieron, más o menos, el siguiente orden:
1. Erradicación de la corrupción
2. Cultura y arte en las colonias más violentas
3. Campañas de valores y normas morales
4. Restricciones para preservar el orden público
5. Recuperación de espacios públicos
6. Creación de políticas modernas de movilidad
7. Depuración de policías
8. Inteligencia para el combate al crimen
9. Cobertura total de servicios municipales
Es importante mencionar, que dichas acciones tuvieron un alcance más allá de las administraciones de ambos personajes, lo que les permitió consolidarse entre los ciudadanos y arrojó como resultados la reducción de la tasa de homicidios en un 50%, entre algunos otros logros.
Últimamente, uno de los factores que se ha vuelto más preocupante en Cajeme es la apatía y aparente normalización que se comienza a generalizar prácticamente por la ciudad entera. Hoy en día, los hechos violentos ya no sorprenden a nadie, mientras que los ciudadanos de bien han hecho un mutis cómplice, sin darse cuenta de que, poco a poco, dicha situación va acabando con nuestro hogar.
Evidentemente, la solución no va a provenir por generación espontánea de político alguno; mientras la ciudadanía y sus organizaciones de la sociedad civil no tomen verdaderamente la responsabilidad que les corresponde, primero en elegir a mandatarios que busquen hacer algo para resolver este problema, y en segunda instancia, tomar las riendas de dicha problemática desde el hogar con la finalidad de formar una nueva generación de mejores ciudadanos de bien.
A pesar de que, seguramente no nos damos cuenta, podemos vernos también en el espejo contrario de ciudades que pasaron por situaciones similares y no lograron sobrevivir ante esta terrible situación que representa el enquistamiento del narcotráfico, como lo es el caso de Acapulco, ciudad que, gracias a la complicidad de la mayoría silenciosa, hoy no es ni la sombra de lo que un día fue.