No es que me guste o no me guste la política, el caso es que nací y crecí en un ambiente político. Lo llevo en la sangre. Desde niño me sentí ese animal político que algunos llevamos dentro, y en cuanto entraba al vestíbulo de la casa de mis abuelos en Hermosillo, brillaban ante mí las paredes tapizadas con fotografías de mi abuelo con Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán, Ávila Camacho, Ruiz Cortines, Gustavo Díaz Ordaz, sin faltar con Ernesto P. Uruchurtu, el "Regente de Hierro", como era conocido, con quien mi tío abuelo Gilberto Suárez trabajó durante algún tiempo en México, mientras que mi abuelo le administraba su rancho La Peaña en donde gozaba del monte y la flora.
Mi abuelo era normalista, pero también ocupó un peldaño en el Congreso del Estado y fue parte clave en el levantamiento en armas que terminó con el derrocamiento del gobernador Ramón Ramos Almada quien fue impuesto en Sonora por Elías Calles, y supe que el viejón se paseaba con José Vasconcelos y tomaban bacanora a toda hora y fue, precisamente, en una tertulia organizada en su honor que dijo aquella famosa cita de que "la civilización termina donde comienza la carne asada". Luego, mi tío abuelo Gilberto Suárez Arvizu, fue el primer candidato que tuvo el PAN en Sonora, en 1967, y ganó según cuentan, pero Faustino Félix Serna le robó el triunfo. Mi madre fue invitada a participar en varias planillas para regidora por su arrojo y espíritu de servicio. Mi hermano Ernesto ocupó cargo público con Adalberto Rosas, y yo mismo trabajé en el Ayuntamiento de Cajeme y el Congreso del Estado, además de haber participado en todas y cada una de las campañas por la presidencia de la República, gubernatura del Estado y Presidencia Municipal y algunas diputaciones locales y federales desde los 17 años a la fecha, en donde, por cierto solo he conseguido ser nominado como suplente de regidor, jajajajaja, en una planilla municipal porque no tengo padrino político, como se estila en este ambiente, y porque no soy lo suficientemente audaz para tener el dinero suficiente para invertir en la compra de puestos por lo redituable que suelen ser y que es lo que realmente mueve a la gran mayoría de las y los que participan en política partidista. No sé si antes fuera así, pero ahora lo es sin duda alguna. Los puestos políticos son comprados o representan el pago de cuotas de poder, amoríos, complicidades y, en raros casos, capacidad intelectual.
Ahora, buscar ganar una elección implica una fuerte inversión por lo que intrínsecamente esto se convierte en un vil negocio, sin embargo, el anhelo por lograr la democracia siempre va a valer la pena. Y sí son las personas y son los partidos los que han desvirtuado el servicio público y la política. Son las personas a través de los partidos que han estado por años corrompiendo la política con fines particulares, eso sin contar su enorme ineficiencia que ha provocado, hasta el momento, que uno de cada dos mexicanos sea pobre, que casi se haya extinguido la clase media y, lo peor, han provocado que casi nadie quiera salir a votar a pesar de que México tenemos la "democracia" más cara del mundo.
No hay más culpables de lo que nos pasa que la infame apatía de la gente que no vota, o que cambia su voto por un mendrugo y todos esos rufianes de cuello blanco y alma negra que se han apropiado de los partidos, pero este país, este Estado y esta ciudad, ya no aguantan más: si los ciudadanos no participamos, pero en serio, la ciudad quedará en ruinas. Se trata de trabajar unidos, de vernos en las urnas o en las ruinas. Oomapasc y el Ayuntamiento ya están al borde de la quiebra, así como la Central Camionera, el Rastro Municipal, las comisarías y todo lo que toca esta manada de brutos corruptos.
Si no participamos van a llegar al poder los que no deben llegar, y nunca lograremos una reconciliación entre las familias de Sonora, nunca lograremos evitar las divisiones que nos están matando. Urgen liderazgos empresariales, intelectuales y una autoridad que garantice el entendimiento de que solo con la cooperación y empatía con los demás lograremos una verdadera democracia libre de corrupción, para vivir civilizados, como los animales.